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Foto: LFP |
El minuto 24 del derbi disputado ayer pudo haber cambiado drásticamente el resultado del mismo. En ese momento, Fernando Navarro, cual tren de mercancías, arrolló a Iago Aspas. Penalti tan protestado como indiscutible, que debía servir para contrarrestar, un minuto después, el tanto de Lucas Pérez para los coruñeses.
Nolito fue el encargado. Tomó el balón con mimo, lo colocó en la mejor posición, miró a Lux, al balón, nuevamente a Lux, e inició una agónica carrera que debía acabar con un golpeo cuyo destino era la red de la portería blanquiazul. Por desgracia, el andaluz no precisó su disparo, Lux aguantó, supo esperar el momento y se lanzó a su derecha, allí donde Nolito decidió enviar el esférico, deteniendo la pena máxima para algarabía de la hinchada local.
Fue el momento clave. Ese tanto, la rápida reacción céltica, hubiera servido para poner las cosas en su sitio. El Celta estaba siendo mejor hasta ese momento. La acción del tanto deportivista llegó en una jugada aislada, nunca producto de un dominio o de un mejor juego. Además, en el aspecto psicológico, el empate daría al Celta cierta ventaja en ese momento, pero lo que pudo haber sido un impulso definitivo hacia la victoria se convirtió en todo lo contrario tras marrar la pena máxima la estrella céltica.
El Celta nunca acabó de recuperarse del golpe, y en los minutos restantes fue incapaz de crear serio peligro sobre la portería de Lux, que apenas tuvo que volver a intervenir, salvo por dos disparos inocuos de Aspas y Mallo en la segunda mitad. Ese penalti pudo haberlo cambiado todo, pero hizo que todo siguiese igual. Ahí se fue el partido.
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