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| Foto: AS |
Miguel Montes Torrecilla llegó a Vigo en el verano de 2009. Era la peor época del Celta en su historia. Con una deuda que ahogaba a la entidad, y salvado por los pelos de un descenso que sería su final unos meses antes, el ejecutivo salmantino se encontró un club que basaba su supervivencia en una economía de guerra que no permitía la más mínima alegría en materia de fichajes.
Sin dinero, tocó tirar de imaginación, pero Torrecilla apostó por lo conocido, fichando a varios jugadores de la Unión Deportiva Salamanca, de donde procedía. De allí llegaron López Garai, Catalá, Bustos o Botelho. Jugadores con mejor y peor suerte, que fueron las primeras piedras de un proyecto que no ha parado de crecer desde su inicio. Desde aquel 2009, el Celta siempre ha terminado mejor clasificado que la temporada anterior.
La lista de aciertos supera claramente a la lista de errores de Torrecilla, que con el paso de los años ha afinado su puntería, centrándose en futbolistas de mayor talento, y ayudado por la disposición económica del club. Fichar a jugadores como Krohn-Dehli, Augusto, Nolito o Wass tiene mérito, aunque el club haya pagado su traspaso.
En el club están satisfechos con el trabajo de Torrecilla, que fue refrendado ayer mismo por Carlos Mouriño en la entrevista concedida a La Voz de Galicia: “Creo que si un equipo como el nuestro está acertando con los fichajes en el porcentaje que estamos teniendo, que no los tienen equipos que pueden disponer de muchísimo dinero, es algo a tener en cuenta. Creemos que es una persona que lo está haciendo bien y que nos da confianza para el futuro”, apuntó el mandatario, que confió en el salmantino cuando fue más criticado, especialmente tras el primer año del Celta en Primera División tras el ascenso de 2012.
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