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Foto: LFP |
Eso para establecer diferencias entre los dos equipos más ricos del mundo, porque el Celta fue el mismo. Ese equipo que busca el gol desde el primer minuto, incluso aunque no tenga su mejor día, un equipo incisivo que le pudo meter cuatro goles al Madrid en la primera parte de no ser porque en la portería tienen a un extraterrestre. Y no negaremos el mérito de tener a este guardameta, como tampoco se debe negar que hoy el Celta se hubiese ido goleando al descanso con cualquier otro portero del mundo en la meta rival.
Tampoco es fácil que el árbitro te juegue una mala pasada si juegas contra uno de los grandes. Es tan habitual que tristemente ni es noticia. El doble rasero que aplican, más allá de los errores puntuales, marca la diferencia. ¿Hubiera reaccionado igual con un jugador del Real Madrid que con Cabral? ¿Qué hubiese pasado si Clos Gómez tuviese la cara llena de la saliva de Sergio Ramos y este tuviese una amarilla?. Todos sabemos la respuesta.
Hablar de la diferencia de presupuestos entre ambos equipos es otra cuestión, pero la culpa será de quien organiza una competición y permite tales desequilibrios, e incluso los alimenta. Eso tampoco es noticia. Ya se sabe.
Sirva todo para eso para engrandecer lo que ha hecho hoy el Celta. Ante un portero sobrehumano, con un colegiado parcial, con un hombre menos durante casi toda la segunda mitad, y ante un equipo que multiplica por 20 su presupuesto, logró estar vivo hasta el último minuto del descuento, e incluso marcó un gol, el más bello del partido, jugando en inferioridad numérica. Es para sentirse orgulloso. Poco más se le puede pedir a los de Berizzo, salvo que la próxima vez que jueguen contra Navas las tiren todas a la escuadra.
Mientras ensayan el disparo imparable, este partido debe servir para fortalecer al Celta. Se perdió ante un buen equipo, con los condicionantes que antes comentábamos, y lo hizo manteniéndose fiel a sus principios futbolísticos de principio a fin.
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