Morriña Chillona - Tan lejos, tan cerca


Foto: Marta Grande
                 
Allí donde se junta un grupo de celtistas nace una réplica de Balaídos. A casi 600 kilómetros de Vigo, Madrid tiene la suya. Aquí, también hay previa, aunque los asientos no están numerados. El público prefiere estar de pie. Los compañeros de fatigas hacen sus pronósticos y entonan el himno cuando salen los jugadores al campo. El terreno de juego viene a ser una pantalla que se atraviesa con el alma para oler el césped, sentir cada golpeo de balón y presuponer la dialéctica entre los protagonistas. La televisión acorta distancias, pero sobran sus narradores porque ya se encargan los aficionados de narrar, jugar y dirigir la situación. Algo así como un 'late night' cuyo guión se escribe a base de declaraciones fugaces, siendo prehistoria lo sucedido en el minuto anterior. Si el estadio vigués acaricia el lleno con el aroma de las grandes noches, esta reducida y alterada copia hace lo propio porque sus espectadores podrán estar lejos, pero sienten lo mismo.

El fútbol es grande y universal por su carácter imprevisible. Una ciencia inexacta. Por eso, el público del Balaídos madrileño sueña con la victoria, respaldado por el gran momento del Celta. "¿Quiénes salen?", pregunta quien llega tarde. Respuesta rápida: "Radoja y Sergi Gómez, titulares". Incredulidad. "¡Entonces, ganamos!", contesta. "¡Fútbol de salón, fútbol de salón!", bromean los más animosos con los primeros pases. "¡O Celta é a hostia, imos a gañar!", prosiguen. A Undiano Mallenco se le cae el 'spray'. "¡Quítate del medio!", gritan cuando interrumpe con su presencia el encuentro. Alboroto por la buena salida del equipo. "¡Vale, Sergio!", alaban al guardameta tras su parada a Messi. "¿A las 9 vemos el Madrid, no?", propone una mente ingeniosa. "¡Más para atrás, justo detrás tuya!", se cachondean con Ter Stegen cuando recibe la pelota. Ahí acabó el cuero poco después. Si recibe el '10' celeste, crece el murmullo. Desequilibra. Inventa. Decide. El estruendo aumenta conforme su precioso remate viaja hacia la portería azulgrana y sobrepasa al alemán. Júbilo. Saltos, brazos que pululan por el aire y apretones al prójimo. "¡Golito de…. Nolito!", cantan al unísono. "¡Eoeoeo, esto es un chorreo!", guasean en el abarrotado rincón de la calle Eguilaz minutos antes de que Aspas provoque un nuevo rugido en el '100 Gaviotas' con el 2-0. "'¡Qué golazo!", se escucha entre menciones a los seres que nos dieron la vida. "¡Cuando voy por la calle y me preguntan que si soy del Barcelona o del Madrid, yo levanto la cabeza orgulloso y le digo soy del Celta hasta morir!", tararea una coral afinadísima. El Celta sigue deleitando y Augusto está en todas partes. "¡Ese capitán!", aclaman. Cada primer plano céltico, un aliento. Cada repetición, un aplauso. Cada rostro azulgrana, una burla. Todo muy sano, oiga. 

En el descanso, el improvisado utillero reparte las camisetas entre los integrantes de uno de los equipos de fútbol de Morriña Celeste porque la semana que viene comienzan su Liga. Vestirán la segunda indumentaria. "¡Quiero jugar ya!", solicita uno de sus miembros, extasiado por el 2-0. "¡A ver si estamos a la altura del Celta!", expone otro. Un remate alto de Neymar vuelve a encender los ánimos del Balaídos madrileño, incapaz de comprender cómo Aspas falla ante el portero visitante. El palo izquierdo de la portería de Sergio neutraliza el lamento general porque ya se veía el 2-1 en el marcador. "La suerte también cuenta", propone rápidamente un hombre tranquilo. "Si es el mejor del mundo y tenía todo a favor debería meterla", replican. El cabezazo alto de Piqué no inquieta. La nueva ocasión de Messi, sí. La grada presume de portero, del gato de Catoira. "Vai o gato metido nun saco…", vociferan los más folclóricos recordando el clásico de A Roda. La pantalla se ruboriza con tanta atención. "¡Fuera, fuera!", requiere una aficionada tras el córner azulgrana. El Celta, una flecha. En un santiamén, Aspas entra en área ajena tras recorrer más de medio campo para marcar el 3-0. Histeria. ¡Grande, qué bueno que volviste!", susurra un seguidor 'argentinizado'. El partido, una sucesión de idas y venidas. Sergio y la falta de puntería visitante tranquilizan a la parroquia celtista, que menciona sus intervenciones estelares en el 0-1 del Camp Nou. A Luis Enrique le cae algún vacile que otro. El Balaídos madrileño, al igual que su equipo, no se conforma y pide el cuarto, viéndose con posibilidades y ocasiones. Ovaciones para Radoja y Aspas, sustituidos. "¡No hay 'Tucu' malo!", afirma un humorista enrevesado. Guidetti entra como una exhalación mientras suena la adaptación futbolística de 'Jonny G', ese tema que le han hecho sus paisanos Badpojken. 

Se acaba el cachondeo cuando Messi y Neymar fabrican el 3-1. Peligra la fiesta. La embajada celeste en Madrid no pierde la compostura y se viene arriba con el 4-1 definitivo del sueco. "¡O Celta é fenomenal, é un equipo victorioso, o Celta é fenomenal!", repiten. Se marcha Wass por Planas y al danés le regalan una nueva oda: "¡Wass, te quiero y quiero Wass, de lo que tú me das, regálame un beso y no te arrepentirás!". Sí, sí, el 'Te quiero más' de Fórmula Abierta, fuente de inspiración. Aún hubo tiempo para vitorear otra vez a Sergio frente a Messi durante los minutos finales del concierto. El clásico "¡Parece sábado y no lo es!", la locura de 'A Rianxeira' y el himno celeste culminaron el jolgorio. "Es como si hubiésemos vuelto a los tiempos de Mostovoi", rememora un buen 'pelotero'. "¡Que lo pongan otra vez!", protesta un espontáneo. El partido, supongo. El sábado, más. 

@marcosblancoh

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