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| Foto: Salvador Sas |
Debo reconocer que no me gustó la decisión de Eduardo Berizzo, colocando a Augusto Fernández como mediocentro defensivo. La primera impresión que tuve, al ver al argentino en esa posición fue negativa. Es un puesto delicado, clave en todos los equipos, y temía que las contras del Córdoba fuesen más peligrosas que con Radoja en esa posición. Mis peores temores parecían confirmarse a los dos minutos de juego cuando Sergio salva el primero del Córdoba en una llegada fácil de los andaluces.
Sin embargo, con el paso de los minutos fui cambiando de opinión. Augusto no solo es un seguro con el balón en los pies e iniciando la distribución de juego con el criterio que siempre muestra, sino que en defensa se mostró sólido y contundente, sin apenas dejar resquicios para que se colaran por allí los atacantes rivales. Jugar tan cerca de la defensa es una posición nueva para un Augusto que ha aprendido en Vigo a ser el chico para todo de Berizzo.
Llegó a Vigo como extremo derecho cerrado, tal y como dijo en su presentación hace más de dos años y medio. Ya el primer año jugó algún partido como interior, algo que repitió el año pasado con Luis Enrique, que lo llegó a poner de extremo izquierdo en alguna ocasión, como en el Vicente Calderón. Pero su polivalencia, que debe tener enamorado a Torrecilla, se ha hecho mucho más patente este año con la llegada de Berizzo, que lo ha venido utilizando como interior, pero también como lateral derecho. Primero de forma puntual y después como titular ante el Espanyol en Cornellá. Ayer rizó el rizo colocándolo como mediocentro defensivo, y la prueba le gustó.
El técnico reconoció al término del partido que le había gustado el desempeño de su pupilo y que contemplaba, de cara al futuro inmediato, a Augusto en esa demarcación. No sería de extrañar, por tanto, que veamos más veces de aquí al final de temporada al “negro” ejerciendo de Radoja. Si lo hace siempre como ayer, será un gran “fichaje” de invierno para el Celta.
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