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| Foto: Lalo R. Villar |
El técnico fue silbado en la presentación y despedido con aplausos al ser expulsado
Arranco el partido como el más duro para Berizzo desde que regenta el banquillo céltico. Cuando David Lorenzo anunció por megafonía el once y los suplentes, las ovaciones fueron la única nota, pero al llegar al míster comenzó el sonido de viento. Berizzo fue recibido, de este modo, con más pitos que aplausos por parte de la afición. La racha de diez partidos sin ganar, los dos últimos encuentros fuera de casa, con muchas sombras y apenas un hilo de luz, han provocado un distanciamiento entre un gran sector de la afición y el preparador argentino.
El paso de los minutos logró suavizar la relación. El público llegó a Balaídos predispuesto a hacer borrón y cuenta nueva, animando al equipo desde el principio. Tampoco el equipo defraudó la exigencia del público, con una gran primera mitad y un gran arranque del segundo acto, hasta lograr el gol y entrar en cierta zozobra, que pudo conducir a un nuevo desastre.
A diez minutos del final Teixeira señaló el penalti, aunque posteriormente fue rectificado por su asistente. Berizzo corrió como alma que lleva el diablo hasta plantarse en el área y hacer indicaciones al colegiado, que lo expulsó fulminantemente. El argentino recorrió lentamente la banda de Río hasta ubicarse detrás de la portería de Gol, en un paseo que en nada se pareció a su presentación por megafonía. El argentino caminó acompañado de aplausos, palmadas virtuales en la espalda de parte de un público, que en gran medida, se ha vuelto a reconciliar con el “Toto”.
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