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Foto: Juan Flor |
Valioso botín rescataron, como en un bello western
crepuscular con tren incluido, los pupilos del Toto Berizzo en una estación
francamente complicada: el nuevo y flamante San Mamés bilbaíno. A pesar de la
mala racha de los locales, la lógica hacía pensar que era un partido difícil
por la presión de un campo siempre caldeado y por las ganas de cambiar la dinámica
por parte de unos jugadores que, recordémoslo, están disputando la Champions League
con todo el derecho.
Y los primeros 20-25 minutos fueron la prueba del algodón. Este
Athletic Club no era el de anteriores jornadas. Presión asfixiante y mucha
movilidad en el flanco ofensivo leyendo bien la propuesta, una vez más infructuosa,
de los marcajes al hombre por parte del técnico celeste. Tanto Carles Planas
como Nemanja Radoja se vieron superados una y otra vez por la segunda línea que
aprovechaba los movimientos de Susaeta, De Marcos, Muniain y compañía. El
flanco izquierdo céltico fue, por lo tanto, una autopista por la que llegó todo
el peligro para la meta de un buen Sergio Álvarez. Precisamente en un centro
desde aquel lado llegó el inexistente penalti de Sergi Gómez axila mediante. Aduriz
se sacudiría la presión con un zapatazo al centro ante el que nada pudo hacer
el meta gallego.
Los siguientes minutos fueron un huracán rojiblanco. Nada podía hacer el
Celta y mucho más pudieron hacer los locales para sentenciar el partido. Y, ya
se sabe, el que perdona lo termina pagando. Aduriz, un quebradero de cabeza
bien solventado en ocasiones por Cabral, remató completamente libre de marca un
saque de esquina al que llegó felino el ‘gato de Catoira’. Espectacular parada
de Sergio que bien vale un puntazo en San Mamés.
Porque después de esa oleada conducida por la intensa presión
local en todos los sentidos, el Celta aguantó y se hizo poco a poco con el
partido. El sábado falló Krohn-Dehli (quién sabe si por el cansancio acumulado
con su selección), pero apareció Álex López. Tímido en los primeros compases el
ferrolano, pero espectacular cuando decidió tomar la manija del encuentro y
surtir de balones a los Larrivey, Nolito y Orellana. Movió y movió con pases
llenos de clase que no crearon ocasión directa, pero sí sembraron el pánico en
la zaga local. Así que se llegaba al descanso con una sensación rara: el
Athletic pudo matar el partido, pero el Celta se hizo con él en el último
tramo.
El segundo acto fue similar, pero con una reacción ejemplar
del Toto. Introdujo a Pablo Hernández y a Charles echando el todo en busca del
empate y quién sabe si de la victoria. El chileno, muy centrado, presionó como
el que más y dejó evidentes muestras de su clase. Excelente su rato en el
partido de ayer que augura mejores tardes en el futuro cuando ya termine de
estar a tono físicamente. Charles, por su parte, se juntó al batallador
Larrivey y se dejó el alma con Gurpegui. El defensa vasco comenzçó a sentirse más
incómodo y eso lo aprovecharon Orellana y Nolito. Dos pistoleros que se
juntaron para reventar el vagón de la banca. Pared preciosa y definición de
mago por parte del andaluz. Golazo y la sensación de que el Athletic estaba
noqueado.
Si bien antes del zarpazo pudo llegar el segundo de los
locales, lo cierto es que la segunda parte fue celeste. La presión ya no era la
misma y los talentosos jugadores celestes comenzaron a combinar entre ellos
poco a poco. De hecho, bien pudo llegar la victoria tras un espectacular pase
del ‘Tucu’ que no acertó a definir bien Nolito, quizá algo forzado ante la
presencia de Gurpegui. Pudo haber sido, pero no fue. La realidad es que el
Athletic se deprime un poco más en la parte baja de la tabla y el Celta, invicto
fuera de casa, sigue creciendo poco a poco. Mucho que mejorar en la parte
defensiva, pero no es menos cierto que los trenes se asaltan desde el ataque. Toca
hacer bueno este puntazo contra un Levante que también viene de capa caída.
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