La fe salva al Celta en San Mamés


Foto: EFE
Y aún pudo cazar la victoria Nolito en el arrullo de su bota, seguramente un premio excesivo. Pero no todo es casualidad o chispazo en el empate del Celta, como no lo fue en el Calderón. Este equipo, incluso en sus días malos y ante adversarios superiores, se sostiene sobre su fe en una concepción generosa del fútbol. Tal convicción le permite seguir vivo en partidos de los que un conjunto más vacilante dimitiría. El Celta no se deja vencer por las dudas. Insiste, como insistió en Elche, y eso supone un bagaje añadido de puntos al final de la temporada. Por lo de pronto, permite volver a sumar de forma inmediata tras la primera derrota. Este equipo, acostumbrado desde el ascenso a largas rachas negativas, incluso con Luis Enrique en sus primeros tiempos, está en el proceso de adquirir una regularidad que le permita aligerar la conquista de la permanencia en el camino hacia metas mayores. Pero es pronto.

LA LECCIÓN DE SERGI GÓMEZ

El Celta, consciente de que el Athletic saldría en tromba, quiso eludir la presión rival al pelotazo como mejor desahogo. Una mala elección, que en realidad alimentó el frenesí bilbaíno. Faltó pausa en ese instante. El error puede calibrarse en la invisibilidad de Krohn-Dehli, que es el termómetro del juego combinativo vigués. Sergi Gómez pagó la presencia permanente de los locales en sus dominios. Más allá del penalti, se enganchó en algunas salidas de la línea. Cuando logró aclimatarse, el marcador ya reflejaba sus deslices. Es el defecto de esa apuesta de Berizzo por una once inicial estable. Cuando ha de echar mano de los suplentes, se los puede encontrar oxidados.

FONTÁS Y EL EFECTO MARIPOSA

El Celta encandila y se define por sus extremos, por cómo Orellana y Nolito encaran, asisten y concretan. Pero antes hay que trasladar el balón hacia su zona letal en una cadena de asociaciones que siempre inicia Fontás. Él es el primer copo de nieve que desembocará en la avalancha, el pequeño acontecimiento que acabará provocando un ciclón salido en apariencia de la nada. Seguramente a Berizzo le atormenta encontrar algún tipo de solución a las ausencias del catalán, que a su modo callado y sereno ha alcanzado una jerarquía notable en Vigo. Ya que ningún otro central posee esa calidad en la construcción, el técnico tal vez debería plantearse la alternativa de acompañar a Radoja de otro pivote que amplíe las vías de salida.

LA TEORÍA DEL DOMINÓ

En Bilbao conocen perfectamente la escuela de Bielsa, de la que Berizzo es pupilo destacado. Esta generación rojiblanca disfrutó y sufrió los métodos del "Loco". Conocen bien, por ejemplo, las virtudes y defectos del marcaje al hombre. Valverde, un gran entrenador, de ojo preciso, empleó a De Marcos para desmontar el engranaje celeste con su movilidad. Apareciendo en zonas del campo inesperadas, con total libertad, De Marcos generó inquietud en los cambios y ayudas. Posiblemente también le faltó al Celta la intensidad que este sistema exige. El marcaje al hombre se basa en la responsabilidad individual. En el momento en que uno se relaja en sus tareas, las piezas del dominó comienzan a caer. El Celta se repuso porque el Athletic perdonó en la sentencia antes de que se le agotase la gasolina en esos largos desplazamientos por la cancha.

GRANDES IGNORADOS

Difícilmente Nolito y Aduriz formarán parte del plan de renovación que Vicente del Bosque ha diseñado para la selección española, ni siquiera para alguna aparición puntual -el celtismo sueña y casi exige ver al suyo en Balaídos ante Alemania-. Porque tanto Del Bosque como la Federación prefieren buscar los recambios en el vivero de las selecciones inferiores. En este sentido, Aduriz (33 años) e incluso Nolito (28) se les hacen mayores. Pero son ejemplo perfecto de grandes jugadores, que por actuar fuera del foco, de Barcelona y Madrid se entiende, han visto infravalorados sus méritos.

EL CASO HERNÁNDEZ

Seguramente la mejor actuación de Hernández, pese al delicioso taconazo del Calderón. Una referencia para que el chileno, principal apuesta mercantil del verano, crezca. Porque de momento no disipa totalmente las sospechas. La calidad de su zurda es innegable. Tiene incluso cierta astucia para provocar faltas e interrumpir el juego si conviene, al modo de Gustavo López. Pero se mueve al trote, con lentitud física y mental. Está por ver si es capaz de adaptarse al ritmo europeo.

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