Balaídos se apunta a la autogestión en las gradas


Foto: Jorge Landín
El celtismo supo mantener el ánimo en un partido feo que requirió mucha paciencia

La paciencia no es una virtud que se le presuponga a un aficionado al fútbol. Y menos si se junta con 19.230 más. Sin embargo, ayer la grada de Balaídos entendió que su equipo necesitaba ser gota china en su juego ante la insistente defensa de un Levante que se olvidó de una mitad del campo. Lo entendió hasta tal punto que, durante muchos minutos, se apuntó a la autogestión mientras desde el campo recibía más razones para el bostezo que para la fiesta. Y ese buen hacer de Balaídos tuvo el premio de poder celebrar, aunque fuese al final, una holgada victoria.

Estuvo el celtismo pendiente de todos los detalles. Del abrazo inicial entre el Toto Berizzo y Juanfran, viejos compañeros de vestuario en el Celta y ayer rivales. De animar a Santi Mina, debutante ayer esta temporada, cuando algún que otro regate no salía. De inventar cánticos para Levy Madinda –con el "Fútbol de Gabón"– cuando salió al campo o para Joaquín Larrivey cuando acudió raudo a su cita con el gol en Balaídos –"Ilarri, larri, larrivey; oh, oh, oh"–. E incluso de corear el nombre de Álex López nada más salir al campo aprovechando un parón en el juego.  No hizo falta que, como en otras ocasiones, el equipo guiara a la grada. El celtismo ya es autónomo. Pero, antes que nada, celtista.

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