El Celta exhibe otra forma de ganar


Foto: Ricardo Grobas
El derbi es un partido distinto en el que no valen las etiquetas de favoritos. Se comprobó ayer sobre Balaídos, donde el Celta tuvo que apretar los dientes para llevarse una victoria que en el minuto tres, tras el gol de Nolito, se presumía más que plácida. Los noventa minutos de partido sirvieron para ver a un equipo que, sin la presión y la intensidad asfixiante que le caracteriza, se vuelve más humano. También sirvió para ver, eso sí, que cuando saca la garra, puede desequilibrar el marcador. Ayer, esa garra, la pusieron dos argentinos, Augusto Fernández y Joaquín Larrivey en el ataque, y uno de Catoira bajo los palos. Sergio está pletórico.

Colocación

Orden táctico, ante todo. La primera mitad del Celta fue una exhibición de orden táctico. Los de Berizzo se plantaron con seriedad absoluta sobre el césped de Balaídos, guardando la posición hasta el extremo. Ese orden fue determinante para cortar cualquier tímido intento de avance deportivista, permitiendo a Radoja abortar avances en el medio campo, y a la defensa salvar sin apuros las internadas -pocas- de los de Víctor Fernández. El bajón que experimentó el equipo en el arranque del segundo tiempo estuvo acompañado de más dudas posicionales, y con el partido abierto en el tramo final ya no hubo medio campo que valiese.

Planteamiento

La presión se relajó. El fútbol hiperactivo y efervescente que el Celta desplegó en anteriores jornadas se tomó un respiro ante el Deportivo. Aunque el equipo no renunció en el arranque a la presión, y de hecho esta le permitió robar balones hasta la saciedad en el primer tiempo, sí ralentizó su frenesí futbolístico. Puso un exceso de pausa en su juego, dosificó energías y se tomó con demasiada serenidad su búsqueda de la portería defendida por Lux. El problema para los célticos fue que en el arranque de la segunda mitad cayeron en el sopor y dieron vida al Deportivo. El gol encajado y la entrada de Augusto fueron un chute de energía para los vigueses, que retomaron la presión buscan el área rival a la contra y a balón parado.

El ataque

Rasear y balones largos. Quizás una de las mejoras que ha experimentado este Celta respecto al de Luis Enrique sea su capacidad para el juego aéreo. La llegada de Larrivey ha dado más centímetros al equipo en la punta del ataque, lo que permitió a los vigueses buscar al argentino con balones largos. Los de Berizzo se han dado cuenta de que el juego en largo es un arma del que pueden echar mano, y ayer Sergio buscó en reiteradas ocasiones al atacante y a los dos extremos. Tras el segundo gol local el Celta siguió viendo el balón largo como un complemento, pero optó sobre todo por los contragolpes que favorecían un partido abierto. La profundidad en bandas, con Orellana y Nolito, se mostró más intermitente en su rendimiento que en otros ocasiones, con momentos de lucidez y explosividad, y otros más planos.

Balón parado

Una faceta que da frutos. El balón parado, una asignatura pendiente en el Celta desde tiempos inmemoriales, comienza a dar sus frutos. Ayer, un saque perfecto de Nolito y una remate de cabeza magistral de Larrivey dieron tres puntos a un Celta que en la segunda mitad fio buena parte de sus ocasiones a la estrategia. La calidad de Orellana y Nolito para poner balones exactos y la altura que Larrivey aporta en ataque prometen buenos momentos a los celestes en esta faceta. De entrada, ayer, ya le dieron los tres puntos al equipo.

Lorena García Calvo / La Voz de Galicia

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