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JUAN POSTIGO |
Trigésimo quinta jornada del campeonato nacional de liga, la decimoctava del Celta como local. En esta ocasión, visita Balaídos el Real Valladolid. El conjunto pucelano, 13º en la clasificación histórica de la competición sólo un puesto por detrás del Celta, ha militado 42 campañas en Primera División. Una Copa de la Liga, la de la temporada 1983/1984, adorna su palmarés. Esa misma campaña, Da Silva logró uno de los 2 Trofeos Pichichi que posee el club blanquivioleta tras anotar 17 goles. El otro, con 19 dianas, fue logrado por Badenes en la ya lejana 1957/1958.
El Real Valladolid ha visitado Balaídos hasta en un total de 27 ocasiones como equipo de Primera División. La serie se salda con 14 triunfos locales, 10 empates y tan sólo 3 victorias visitantes, habiendo anotado los celestes 42 goles y los blanquivioletas 22. El último precedente data de la temporada pasada, cuando el conjunto dirigido por aquel entonces por Paco Herrera derrotaba a su rival por 3-1 gracias al doblete de Iago Aspas y al gol de Álex López. Anteriormente, en la 2003/2004, los olívicos también se imponían por 3-2 tras remontar el doblete inicial de Makukula con las dianas de Jesuli, Milosevic y Mostovoi. Entre medias, tres encuentros en Segunda: 2-0 en la 2004/2005, 1-2 en la 2010/2011 y 1-1 en la 2011/2012. Esa misma temporada, además, se disputó una eliminatoria de Copa del Rey a partido único con triunfo local por 4-1.
Jesús Domínguez, director del portal pucelano www.blanquivioletas.com, será el encargado de analizarnos esta semana al rival del Celta: el Real Valladolid.
"El Real Valladolid según Jesús Domínguez"
Cuarenta puntos. Una vida en Primera. Que a eso equivale un año más. Como si el que hace bien las cosas de manera continuada fuera un gato inmortal o con alguna vida de más. Cuarenta puntos, los que suma el Celta y los que anhelan otros, los que ven a los vigueses salvados y ansían estarlo. Como el Valladolid.
Anda el Pisuerga revuelto, entre pesimismo y desconcierto. El presidente ha dejado ya claro que no tiene mucha fe en Juan Ignacio, pues en alguna ocasión, le ha criticado y allá por enero, cuando cayó el Villarreal en Zorrilla, tenía a Gorosito atado. Tampoco en Marcos, por más que reitere en hacer pública su amistad, después de que el último día de mercado un error en la redacción de un contrato impidiera la llegada de un delantero que permitiera la salida de Guerra por seis millones, a sus 32 años y a seis meses de acabar su vínculo con el club.
Y luego están los jugadores. A los que también ha señalado, por ser los dueños del juego y responsables últimos de que la cosa no marche. Aquellos a los que la afición mira con desdén, como uno mira hacia esa mala mujer que no le hace bien, y sin embargo, quiere. Por encima de todas las cosas. Incluso sin querer. La sinrazón. Esa misma condición que invita a creer aun cuando no queda fe. Porque, vaya, no es este el lugar para ponerse místicos, pero no ha dado el equipo muchas razones para confiar, y sin embargo, ¿por qué no luchar?
La cofradía del clavo ardiendo se agarra a que el Pucela no pierde en casa desde noviembre, a que hay retazos de calidad, a que otros andan igual y, por qué no decirlo, a los favores. A que, por ejemplo, el Celta se deje llevar como vienen de hacer Málaga y Espanyol y Juan Pablo II, ya santificado, obre el milagro en Balaídos. Como si fuera Juan Ignacio el Don y Luis Enrique un funerario que debe un favor. Aunque el año pasado la justicia la hiciera Don Miroslav.
La cuestión es que los tiempos han cambiado. Aquí no estamos a dos jornadas para el final ni es la permanencia del Celta en Primera ya matemática. Pero, vaya, que no da la sensación de que vayan los celestes a pasar apuros. De ahí que 'la doce' piense que es un buen momento para pedir el comodín del hoy por ti, mañana por mí. Aunque esto no debería ir de favores, sino de hacer que la pelotita entre; mostrar fútbol, aunque de eso el Real Valladolid no ande sobrado.
Cuando descendió por última vez, el Atlético de Madrid pudo hacer 'un Celta' (el que se pide, entiéndase) en el Calderón. Quiso, pero no pudo, porque enfrente había una banda que no había afinado, incapaz de meter gol. Cuenta la leyenda que Asenjo dijo a algún blanquivioleta que solo les faltaba meterse ellos, y es verdad. El decoro del rival, mayor o menor, acaba donde debe empezar el propio: no pidamos al de enfrente que nos eche una mano cuando tenemos ocupadas las dos en apretar nuestro cuello.
Para viajar a Galicia, Juan Ignacio Martínez sí tundra finalmente a Víctor Pérez. Diecisiete días después del último partido, varios menos de la vergüenza ante el Burgos en uno que sobraba, hay poco claro con respecto al once, no porque no haya uno formado, sino por las variaciones que el técnico suele hacer. Entrará Rossi seguro. El resto, a saber. Pero, creer, #creemos. Con y sin favores. En el italiano y Guerra. En las galopadas de Rukavina y la segunda juventud de Rubio. En Manucho y Óscar. Hasta en Omar, si hace falta. Porque algo hay que hacer. Y por una vida extra en Primera.
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