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Foto: Jorge Landín |
La regularidad es una de las grandes virtudes de Krohn-Dehli. El danés ve el fútbol con claridad, nunca se esconde y rara vez desentona. Cuando el colectivo funciona, ejerce de peón siempre dispuesto a trabajar para que brille el Rey; cuando sus compañeros no acaban de aparecer, da un paso al frente para asumir el peso del partido.
Antes de los goles de Camacho, el Celta sufrió lo indecible con la presión del Málaga, pero cogió algo de aire en cuanto Krohn, bien asociado con Borja Oubiña y Nolito, entró más en contacto con el balón. Incluso estuvo a punto de inaugurar el marcador con un zapatazo que se estrelló en el larguero.
Tras el descanso, el danés tuvo que retrasar unos cuantos metros su posición para ocupar el lugar del capitán. Y como pivote defensivo tampoco desentonó y sostuvo al equipo ante un Málaga, eso sí, más defensivo, sobre todo después de la expulsión de Duda.
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