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Foto: Pablo Galán |
Su sentimiento es inexpugnable. Su fe es inquebrantable. El celtismo volvió a "calzarse las botas". La afición ha respondido a la iniciativa lanzada por el club y prácticamente ha llenado el estadio de Balaídos. Ellos nunca fallan. Su aliento es una garantía en cada jornada. Quizás ese sea uno de los grandes patrimonios del equipo de Luis Enrique. En los prolegómenos del choque ante el Málaga se vivió el tradicional bengaleo, ese recibimiento reservado para las citas claves, como la de esta noche.
Las redes sociales albergaron el germen de la enésima movilización del celtismo. Alrededor de las 19:00 horas decenas de aficionados llenaban la calle Manuel de Castro. El delirio surgió cuando apareció el autocar que transportaba a la plantilla y al cuerpo técnico del Celta. Volvieron las bengalas. También los cánticos. La hinchada no marcaba el camino hacia Balaídos, sino que buscaban dar un empujón hacia la permanencia, una salvación que estaría más cerca en caso de doblegar a un rival directo como el Málaga.
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