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Foto: LFP |
El celtismo acogió en julio a Rafinha Alcántara como su nuevo ídolo. Luis Enrique celebró la llegada a Vigo de un futbolista de 20 años que ya había dirigido en el Barcelona B. El jugador confesó en su presentación que se sentía "mediocentro, pero juego en cualquier posición, como si quieren ponerme de defensa".
Ninguno de esos dos puestos ha ocupado Rafinha en los 24 partidos que suma con los célticos. El entrenador lo ha alternado como centrocampista y extremo derecho. Y desde la banda, el 12 del Celta es uno de los futbolistas con más desborde de la Liga. Ocupa la octava posición por regates realizados (135) y la segunda por faltas recibidas (80).
La versatilidad de R12 ha sido una constante en su trayectoria. De hecho, en el Ureca de Nigrán comenzó como portero, hasta que el entrenador le convenció de que podía jugar donde quisiera. Y colgó los guantes a temprana edad, antes de llegar a la cantera del Barça con valoración de diamante en bruto.
En el año de su estreno en Primera División, el brasileño cedido por el Barcelona por un año en Vigo a cambio de 600.000 euros -menos de la mitad de la ficha anual que recibe del club catalán- se ha convertido en comodín y referencia del equipo para Luis Enrique.
El técnico asturiano ha controlado su irrupción en la máxima categoría, en la que ya es una de las revelaciones del campeonato. Su actuación en el Bernabéu, el Día de Reyes, le valió de licenciatura con calificación de sobresaliente en una categoría donde ha irrumpido lentamente. Le llevó casi medio curso alcanzar el nivel competitivo deseado.
Luis Enrique le mostró desde el inicio del campeonato que tendría que ganarse un puesto en el once. En los dos primeros partidos fue suplente y en el tercero celebró la titularidad con un gol ante el Granada. En el minuto 29 recogió un pase de Augusto y en la posición de delantero centro remató con la izquierda. Celebró su primer tanto en Primera corriendo hacia la esquina entre Gol y Preferencia donde tantas veces había correteado con su hermano Thiago mientras esperaban a su padre, Mazinho. En la faceta de goleador, Rafinha no se ha prodigado mucho en lo que va de temporada. El sábado pasado marcó el cuarto: tres con la zurda y uno con la cabeza.
En la cuarta jornada, Luis Enrique le premió por primera vez con un partido completo. Fue en la inauguración oficial de San Mamés. Ese día jugó como centrocampista. Una semana después, ante el Villarreal, se estrenó como extremo derecho. Estuvo tan perdido en la banda que Luis Enrique lo devolvió al centro del campo tras el descanso.
En Getafe tuvo una nueva experiencia: comenzó como titular y fue sustituido en el minuto 64 por Santi Mina. R12 fue uno de los pocos que esa semana disputó los tres partidos de Liga, aunque frente al Elche volvió al centro del campo.
Su única ausencia, por el momento, fue obligada por la sanción que le acarreó su quinta tarjeta amarilla de la temporada. Se perdió la décima jornada, en la que el Celta goleó al Málaga (0-5).
Contra el Barcelona disputó los noventa minutos en Balaídos y en las dos siguientes citas volvió a la suplencia. En la jornada catorce, el Celta visitó San Sebastián. Rafinha anotó dos goles. Desde entonces, lo ha jugado todo con Luis Enrique, salvo la última media hora del duelo con el Almería. Y entre el centro del campo y la banda derecha han ido transcurriendo las jornadas de Rafinha: comodín y talismán del Celta, que mejora en la clasificación al ritmo que marca el brasileño. Su aparición en el equipo vigués recuerda a la de David Silva, cedido por el Valencia en Vigo antes de explotar como estrella.
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