Orellana, victorioso entre los silbidos


Foto: LFP
El Celta visitaba Los Cármenes ayer con varios ex jugadores del Granada en sus filas. Orellana, Nolito e Íñigo López, habían vestido la camiseta rojiblanca en el pasado. Dos de ellos, el chileno y el reciente fichaje céltico, habían estado incluso en aquel famoso partido marcado por el arbitraje de Lesma López y el penalty de Michu, que finalmente condenó al Celta a un año más en el infierno de la Segunda División.  En aquel encuentro, Orellana fue protagonista anotando un gol, que a la postre llevaría la eliminatoria a la prórroga y a la fatídica, más que nunca, tanda de penaltis. 

Íñigo López no llegó a jugar, y Nolito, aunque pitado, pasó bastante desapercibido. El protagonismo absoluto para la grada de Los Cármenes correspondió a Fabián Orellana, objeto de todo tipo de iras por parte del graderío, carente de un enemigo claro sin Iago Aspas en las filas del Celta. Dolieron en Granada ciertas formas de Orellana en el pasado. El chileno jugó cedido en Balaídos durante una temporada, y cuando tuvo que regresar a Granada lo hizo a regañadientes, algo que no ocultó excesivamente. Su rendimiento tampoco fue el esperado en la ciudad de la Alhambra, lo que alimentó en la afición cierto resentimiento hacia el jugador. 

Cuando en el mercado de invierno de la pasada temporada se cerraba el traspaso de Orellana al Celta, la afición nazarí celebró la operación realizada por su club, que se embolsaba una buena cantidad de dinero por un futbolista con mucho por demostrar todavía en Primera División. En Vigo, sin embargo, Orellana fue recibido con los brazos abiertos, y el jugador llegaba a una ciudad en la que se había sentido muy cómodo. 

Los primeros meses, e incluso durante la presente temporada, parecieron dar la razón a los que opinaban que Orellana era un jugador prescindible en Primera Divisón, pero con el paso de los partidos ha logrado demostrar que tiene mucho por decir en esta categoría. El partido de ayer puede servir como un buen ejemplo. Además, la actitud del futbolista ha mejorado muchísimo en aspectos defensivos. Por eso ayer, los pitos a Orellana fueron arreciando conforme pasaban los minutos. Comenzaron tímidos, pero crecieron con el paso de los minutos, con cada balón que robaba por presionar al rival, por morder. Cada regate dolía, cada pase, cada quiebro. Al final se cumplió la tradición. Cuando juegan el Celta y el Granada en Los Cármenes, nunca pierde el equipo de Orellana. Ayer incluso ganó. 

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