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Foto: LFP |
Cuando terminó el partido del Bernabéu, los jugadores y aficionados del Celta que estuvieron presentes en el coliseo madridista, abandonaron el recinto con la sensación agridulce de haber plantado cara a un gran equipo pero con la impotencia de no haberle hecho daño por la inocencia en el remate. Esa inocencia estaba personificada en la figura de Charles Dias, un modesto delantero contratado por el Celta este verano a cambio de un millón de euros, y que había desperdiciado dos buenas ocasiones de gol durante el partido que podrían haber puesto en apuros a todo un Real Madrid.
A su llegada al aeropuerto de Peinador, el futbolista admitía apesadumbrado su error, y reconocía que no había estado fino. No quería entrar en excesivas lamentaciones, prefería mirar al futuro. Durante la semana decidió revisar vídeos con goles que marcó en el pasado. No le debió resultar muy difícil encontrarlos, ya que su historial goleador es abundante. Se cargó de autoestima y encaró el último partido de la primera vuelta dispuesto a quitarse el mal sabor de boca del choque del Bernabéu.
Arrancó el partido con una electrizante galopada de Orellana que asistió a Charles. Fue casi un regalo, pero Charles optó por el disparo fuerte, y Diego Alves adivinó sus intenciones. Más leña al fuego. La sombra de la duda se hacía cada vez mayor, y las voces que pedían un delantero se hacían cada vez más audibles. Durante el partido, al igual que toda la temporada, Charles seguía ofreciendo todo lo que siempre da al equipo. Juego de espaldas y sin balón. Eso que tanto agradecen sus compañeros y su entrenador, pero le faltaba un gol que le diese confianza.
Por fin, a los 50 minutos, un gran pase de Rafinha desde la derecha fue recogido por Charles, primero con dudas, pero finalmente controla bien y remacha a Diego Alves para lograr el empate que metía de lleno al Celta en el partido y abría el camino de la remontada céltica que el propio jugador brasileño culminaría unos minutos después con un potente derechazo ante el que nada podría hacer su compatriota guardameta, despistado por el rechace en un compañero.
Un minuto después era sustiuido, abandonando el terreno de juego bajo una merecida ovación de Balaídos, rendido ante Charles. Termina la primera vuelta con 7 goles. Tras el partido diría que le parecen pocos, pero si en la segunda vuelta hace lo mismo, terminaría con 14. No se le puede pedir mucho más. Charles se ha redimido. Y solo ha necesitado seis días.
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