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Foto: Marta Grande |
Estuvo brillante Sergio. El de Catoira ha vuelto a comenzar otra temporada desde el banquillo, algo que no le resulta extraño. Ha vivido situaciones similares desde que está en el Celta y ha sabido sobreponerse casi siempre. Ha crecido como guardameta con el paso de los años y su nivel no ha parado de progresar al ritmo del equipo. Este verano se generó un debate intenso sobre quien debería ser el inquilino de la titularidad en la portería del Celta. Cualquiera de los tres porteros, si contamos también a Rubén en la terna, partía con las mismas opciones. Finalmente Luis Enrique optó por Yoel, que está defendiendo bien su puesto, pero Sergio volvió a demostrar ayer que es un portero de garantías si fuese necesaria su presencia en el equipo.
Ya lo demostró el año pasado, o el anterior, cuando Yoel estuvo apartado de los terrenos de juego por espacios de dos meses. Tras la lesión del de Coia, Sergio se hizo con el puesto y terminó siendo titular hasta el final del curso, completando un final de temporada exquisito. El año pasado, la mala fortuna le impidió estar en la recta final por una lesión en el hombro, lo que dio paso a la eclosión de Rubén Blanco con su actuación estelar en los dos últimos encuentros, pero cuando Javi Varas no estuvo, bien en Liga o en los partidos de Copa, Sergio cumplió.
Y ayer cumplió, incluso por encima de lo esperado, con un partido excelente, en el que dejó al aire todas sus virtudes. Un excelente juego con el pie, que dio mucho aire al Celta en la salida del balón, y luego los reflejos suficientes para mantener vivo al Celta en la eliminatoria. Primera deteniendo un disparo a bocajarro de Ander Herrera y el posterior rechace de Muniain, y ya cuando el marcador llegaba a su término estirándose cual felino para atajar un dardo envenenado del propio Muniain que iba directo a la red. Ya cantaban gol los bilbaínos, que no contaban con los guantes de Catoira. Sergio nunca desaprovecha las oportunidades. Eso no lo sabía Muniain.
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