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Foto: EFE |
Llegaba el Celta lanzado por los triunfos en Liga y Copa a
un partido decisivo. La visita al feudo pucelano se antojaba ventajosa a tenor
de las estadísticas y, sin embargo, todo salió al revés. El hecho de situar un
partido de tal calibre y en semejante escenario en pleno diciembre a las diez
de la noche era ya un mal augurio. Campo helado, niebla que arreciaba y la
ausencia masiva de aficionados célticos de cada año. Una vez más Tebas y sus
secuaces consiguieron lo que anhelaban. La ‘tropa Goofy’ que formaron los
improbables comentaristas de la cadena Cuatro, otro hándicap a superar. Pero
eso es otra historia.
Y la que nos interesa de verdad tiene mucho que ver con las
fallas de un Celta que no aprende. Sí, el peor de los Teixeira no tuvo mano
izquierda al expulsar a Charles, pero no es suya la culpa de aplicar un
reglamento vago en la norma que con pillería decidió utilizar un vivo Diego
Mariño. El delantero brasileño, en la desafortunada jugada, representó la
indolencia que acompañó a los del Lucho en casi todo el encuentro. Solamente 15
minutos, aquellos en los que los de JIM bajaron la intensa presión que habían
desplegado desde el inicio, permitieron a los celestes desplegar un poco su
juego y contar con algunas de las ocasiones más claras al filo de la primera
parte.
El resto, naderías. Los problemas defensivos de siempre y la
ausencia total de un medio campo que cuando no fructifica equivale a derrota
segura. Luego estaba Javi Guerra, claro, para demostrar que su talento siempre
ha sido francamente infravalorado en la máxima categoría del fútbol español. Pero
el Celta, o más bien su zaga al completo, no debió permitir remates claros del
delantero andaluz. Y es que ya comenzaron avisando los vallisoletanos con un
gol bien anulado del propio Guerra a la salida de un saque de esquina. Peña arremete
claramente a Charles sin el balón en juego y la jugada es mal arbitrada por un
teixeira que no se suele enterar de la misa la media: en vez de mandar repetir
el córner marca falta y, para colmo, ni siquiera amonesta al defensa rival. Un
galimatías del que le tuvo que advertir su asistente, porque seguramente él
estuviese pensando en la cena que le esperaba al finalizar el encuentro.
Disculpable es, al menos para quien esto suscribe, la
rigurosa expulsión al comienzo de la segunda mitad. Lo que no es de recibo es
que el Celta, una vez más, se diluya al segundo de quedarse en inferioridad. Más
todavía cuando el jugador expulsado es el delantero, puesto que no afecta táctica
ni defensivamente la disposición del resto de jugadores en el campo. Y es que
en vez de conservar la pelota, bien preciado que podría dar el empate y una
ligera ventaja en el golaverage, los olívicos optaron por la vía de la
desesperación perdiendo un balón en la zona de tres cuartos que supondría el
primer tanto del Valladolid. Llueve sobre mojado y, para colmo, el banquillo no
corrige unos errores de bulto que se repiten una y otra vez.
A eso hay que añadir la baja forma de un Nolito a quien
perjudica, gravemente, un sacrificio defensivo para el que no está dispuesto ni
preparado. Álex López, con una acumulación de minutos peligrosa, estuvo
desaparecido tanto en la creación como en la presión, dos de sus virtudes más
importantes. De poco sirvieron los intensos trabajos de Augusto y Charles
cuando el equipo no acompañaba. La puntilla la puso Aurtenetxe, demostrando una
vez más que Lucho no sabe todavía quién es el lateral izquierdo titular de su
equipo. Un servidor, como tantos otros, lo tiene mucho más claro. Y no es
zurdo.
Toca pues, una vez más, levantarse. La Copa este jueves ha de servir
para rotar y probar, nunca para volverse locos. La cita importante es el
domingo contra un Osasuna siempre peligroso. Sin Charles, sin un irresponsable
Hugo Mallo que vio la quinta amarilla por meterse donde no debía pero con la
esperanza de que Balaídos responda a todos los niveles. Urgen cambios, pero no
tantos como pudiera parecer en un principio. Pero la indolencia, la falta de
intensidad y de personalidad, han de ser erradicados de una vez por todas de
este equipo. Es la clave de todo esto.
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