Bipolar


JUAN HERRERO 

El Celta crece por delante y se descose por detrás. Desde inicio de temporada ha ofrecido repetidas muestras de una bipolaridad que de no corregirse puede terminar costando un disgusto serio. Todo lo que consigue con la calidad de sus hombres de ataque acaba en la basura cuando el rival se acerca a la portería de Yoel. Ayer, dominando y triunfando en Anoeta, echó al fuego una victoria clara que a un equipo sólido y experimentado jamás se le hubiera escapado. Luis Enrique, con sus errores, tampoco tiene de donde rascar. Problema de planificación con más responsabilidad en los despachos que en el terreno de juego.
   
Sólo fue necesario que al equipo le tocasen su punto más débil para provocar el cataclismo. La lesión de Oubiña, sin sustituto claro, generó un problema eterno que desde la dirección deportiva se empeñan en no corregir. Fontás, auténtico káiser de la defensa en las últimas fechas, tuvo que abandonar su demarcación natural para ocupar el vacío dejado por el capitán. El cambio obligó al técnico a tirar de Aurtenetxe para acompañar a Cabral en el centro de la zaga y apostar por Jony, de lo mejor en la tarde de ayer, en el lateral izquierdo.
   
El resultado, un despropósito absoluto y una sensación de inseguridad permanente. Cabral regaló su fallo habitual y no consiguió entenderse con un Aurtenetxe desubicado. A la Real le faltó chispa, pero le sobraron errores en la retaguardia rival para encontrar el camino del gol. Incluso en los mejores momentos del Celta, los que transcurrieron desde la primera diana de Vela a la remontada visitante, los donostiarras dispusieron de claras oportunidades generadas por la insólita capacidad celeste para crear problemas donde no existían.
   
Y es que el Celta había logrado lo más difícil. Tras el bofetón inicial, los de Luis Enrique se hicieron dueños de la escena e incomodaron a un adversario atascado. Todo combinado con una maravillosa efectividad ofensiva que permitió extender la ventaja hasta los dos goles. El mejor Rafinha desde su llegada a Vigo, acompañado por buenos minutos de Álex López o Augusto Fernández, dirigió la fiesta viguesa durante 50 minutos. Pena que alguien apagase la música en el mejor momento. Expulsado Fontás, y sin una sola alternativa en el banquillo, el guión trágico parecía ya escrito.
   
Las miradas críticas y los reproches probablemente se dirijan al técnico, con su evidente cuota de responsabilidad. Sin embargo, cada vez parecen más notorias ciertas carencias que sólo pueden encontrar solución en la dirección deportiva. Un año más, se ha obviado la contratación de un mediocentro que compita con Borja Oubiña. De nuevo, se ha vendido la moto con la dichosa polivalencia, mecanismo por el cual una baja exige un cambio de tres futbolistas en el esquema tipo. No se ha consolidado el centro de la zaga, formada por un futbolista que sale a error por partido, un chaval de 18 años y un lateral que más que una alternativa semeja un parche. Dicho sea de paso, Andrés Túñez, al menos para el banquillo, no sobraba. Por no hablar de las variantes ofensivas de un equipo cuyo principal revulsivo es un prometedor, pero jovencísimo, canterano de 17 años. Aterrador.
   
Es una pena, porque por lo mostrado hasta ahora, da la sensación de que este Celta, con dos o tres retoques, tiene madera para pasar un año tranquilo. Compite en cualquier campo y ante cualquier rival, pero carece de ese plus necesario para amarrar puntos como los que volaron en Donosti. Especialmente en Balaídos, principal sangría. La hemorragia como local no puede prolongarse en el tiempo. Ganar al Almería se antoja vital para evitar problemas y comenzar con buen pie la serie de tres partidos ante tres rivales directos. Es ahí y no ayer, por muy de cara que se pusiese, donde hay que dar el do de pecho.


Sígueme en Twitter: @alvaro6892

0 comments:

Publicar un comentario