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Foto: Xoan Carlos Gil |
En la campaña pasada, el Celta también dejó excelentes sensaciones en el arranque, a pesar de tropezar en el partido inaugural con el Málaga en Balaídos (0-1). Falló también en Anoeta, ante una Real Sociedad (2-1), que comenzaba a construir un proyecto de Liga de Campeones. En la segunda cita en casa, logró el primer triunfo. Fue ante Osasuna (2-0). A partir de ahí, Balaídos comenzó a levantar el fortín sobre el que se sustentaría la permanencia en la máxima categoría de los célticos, que le regalaron los dos siguientes triunfos a sus aficionados: ante Getafe (2-1) y Sevilla (2-0).
Con un juego vistoso, de toque, el santuario céltico recurrió al cántico del que había abusado en su temporada de ascenso a Primera: "Fútbol de salón, fútbol de salón...". Tras siete encuentros, el Celta era duodécimo, con 9 puntos. La tabla la cerraban el Espanyol, con 2 puntos, Osasuna, con 4, y Deportivo, con 6. Lo de estar por encima del eterno rival era otro motivo más de satisfacción para una afición que se preparaba además para disfrutar de una Copa del Rey que deparó una visita extra a Vigo del Real Madrid de Mourinho y Cristiano Ronaldo.
Fue precisamente a partir de la visita al Bernabéu, a principios de enero, tras regalar un Día de Reyes con un triunfo ante el Valladolid (3-1), cuando comenzó el declive del conjunto celeste. El proceso de descomposición se llevó por delante a Paco Herrera, el artífice del ascenso tras cinco temporadas en Segunda.
Ahora, el Celta suma 6 puntos y ocupa el 14º lugar en la clasificación, a tres puntos del descenso, como hace un año, pero dejando peores sensaciones.
Javier Conde / Faro de Vigo
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