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Foto: Marta Grande |
El Celta atraviesa el peor momento de la temporada. La desconfianza se ha apoderado de una gran parte de la afición, cuya fe en los métodos de Luis Enrique ha descendido considerablemente en los últimos días. Al asturiano no se le cuestiona como técnico del Celta todavía, pero sí ciertas decisiones, tanto tácticas como de elección de futbolistas. Los resultados son los que dictan sentencia en el fútbol y determinan el estado de felicidad y tranquilidad de los aficionados. Tres derrotas seguidas hacen del mejor entrenador el peor del mundo, al tiempo que tres victorias consecutivas devuelven a ese técnico el status anterior.
La afición, o al menos una parte de ella, pide a Luis Enrique un cambio en el libreto, una nueva partitura con la que interpretar la sinfonía que suena en Balaídos cada quince días. No parece que Luis Enrique esté dispuesto a ceder. El técnico asturiano es una persona con firmes convicciones. Cree a pies juntillas en lo que hace y lo lleva hasta el extremo. Sus ideas son claras. No trabaja al día, sino con objetivos claros y repite hasta la saciedad cual es el motivo por el que le han fichado: Gusto por el fútbol, cantera y salvación. Ese es su objetivo, su fijación, y lo perseguirá sin desviarse ni un ápice. Al menos mientras le dejen.
Cierto que en ese camino valorará realizar algún matiz. En su llegada a Vigo ha implantado una idea futbolística muy diferente a la existente previamente. El fútbol asociativo siempre fue una seña de identidad en el Celta, pero su idea a la hora de sacar el balón es muy innovadora, incluso supone una evolución con respecto a lo empleado por otros técnicos con el famoso "ADN Barça". Durante los más de dos meses de trabajo en Vigo, Luis Enrique ha tenido tiempo de perfilar la idea lo que quiere para su Celta, pero falta plasmarlo en el campo y buscar alternativas, tanto en defensa como en ataque.
Lo que está fallando no es el sistema o la idea, está fallando la ejecución del mismo, el perfeccionamiento de una idea, los matices. Los pequeños detalles, el oficio, esas cosas que marcan la diferencia entre ganar, empatar o perder. Esas cosas que dominan los equipos con carácter, eso que debe imprimir Luis Enrique, eso con lo que deben trabajar los jugadores. Llevamos siete partidos de Liga. Hay tiempo para que se mejoren esos conceptos, para que los jugadores asimilen mejor lo que quiere su entrenador y también para que el propio técnico adapte en la medida de lo posible, y sin salirse de su idea, esos pequeños matices a las posibilidades que le de su plantilla. Todos, tanto el cuerpo técnico como la plantilla, están trabajando sin descanso y los resultados volverán. Luis Enrique jamás perderá la fidelidad a una idea. Esa para la que le ficharon, y que a todos nos ilusiona.
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