Un espejo en el que mirarse


Foto: Getty Images
De un tiempo a estar parte, salvando las evidentes distancias, el Barcelona ha sido para el Celta un espejo en el que mirarse. Como el conjunto azulgrana, el club vigués ha apostado con firmeza por un proyecto estructurado en torno a la cantera, es decir, por que el primer equipo se nutra y se sostenga principalmente con futbolistas formados en la factoría de A Madroa.

Tal política hace un par de años ya que proporciona excelentes réditos al Celta, no solo desde el punto deportivo, con presencia y protagonismo cada vez mayor de jugadores de la casa en la primera plantilla, sino también desde perspectiva económica, con traspasos significativos de chicos de la casa (Joselu, Denis, Suárez Aspas) que han contribuido de modo decisivo a sanear las arcas del club.

Esta temporada la influencia del Barcelona va bastante más allá gracias a la presencia en el equipo de tres jugadores formados en La Masía, Fontás, Nolito y Rafinha, pero sobre todo a la elección de Luis Enrique Martínez, un técnico formado en la escuela azulgrana, para dirigir el banquillo celeste.

La filosofía futbolística del técnico, cuyo mentor reconocido es el holandés Louis van Gaal, prácticamente un calco de la que el Barcelona viene empleando desde hace años (idéntico esquema e idea de juego) aunque adaptada a las características de los jugadores con los que el asturiano cuenta en el Celta.

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