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Foto: Marta Grande |
En el mundo del fútbol se tiene a mirar en exceso el DNI de los futbolistas, cuando lo realmente, lo verdaderamente importante es el ADN. Es muy habitual realizar prejuicios, bien sea por exceso o por defecto, basados en la edad de los jugadores. Cuando De Lucas llegó a Vigo algunas voces se alzaron criticando su fichaje ya que venía a Vigo a retirarse. Aún sigue jugando. Y pocos se atreverían a darle la alternativa a Santi Mina en el primer equipo, un chaval que aún no ha cumplido la mayoría de edad, con cara y cuerpo de niño, pero con trazas de auténtico futbolista.
Pocas veces en los últimos años ha habido en la cantera del Celta un futbolista que apuntase tan alto desde el principio como Santi Mina. Quizás eso mismo pueda llegar a pasarle factura si no es capaz de manejar esa situación, pero sus primeros coletazos en la élite no pueden ser más ilusionantes. En sus primeras apariciones, sin apenas continuidad y siendo titular solo en un partido, Santi Mina ya ha marcado dos goles, uno de ellos anulado por fuera de juego inexistente, mostrando un atrevimiento impropio para un futbolista de su edad, según reza la teoría, y una dotación para la colocación, la aparición por sorpresa y el oportunismo, dignas de un futbolista con mayor experiencia.
Y eso que Luis Enrique no lo ha colocado en su posición natural. Santi Mina es delantero centro, aunque ha venido jugando abierto a la banda, ya que por físico conseguía ventajas respecto a chicos de su edad, algo más complicado en Primera División. Se vio ante el Villarreal que le cuesta desbordar partiendo desde ahí, y sale beneficiado cuanto más cerca de la portería esté. Ayer, en medio del caos de los últimos minutos, dejó la impresión de ser un futbolista que al mínimo descuido puede resolver un partido. Un delantero que puede ser de vital importancia para el Celta de cara a la lucha por la permanencia de aquí al final de la temporada. Tal vez una de las tablas de salvación a las que agarrarnos de aquí al mes de mayo.
Santi Mina no necesita demasiado juego para generar una ocasión, y menos para marcar un gol. Sus apariciones así lo demuestran. Su gol ante el Athletic no era ni una ocasión. Aprovechó una mala salida del portero para poner la cabeza donde la tenía que poner y esperar un error. Hizo lo que debe hacer un delantero. Saltar y esperar. Lo normal sería que el meta rival atrapase el balón, pero cabía la posibilidad de que no fuese así y él llegase antes. Así fue. Gol. El fútbol no es tan sencillo para la gente normal, pero es más fácil para los que tienen un don. Santi lo tiene.
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