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Foto: Ricardo Grobas |
El gallego Joaquín Dosil Díaz llegó al rescate del Celta cuando faltaban ocho jornadas para finalizar la Liga y el equipo que entrenaba Abel Resino se movía por la procelosa línea del descenso a Segunda. Este doctor en Psicología, profesor de la Universidad de Vigo y presidente de la Sociedad Iberoamericana de Psicología del Deporte, admite que su experiencia de dos meses en Vigo fue "muy positiva" y que se llevó recuerdos imborrables, como cuando los aficionados lo corearon tras el triunfo ante el Levante. Desde la distancia, dice que el equipo celeste merece "margen de confianza".
- Trabajó como psicólogo del Celta en la recta final de la temporada pasada, cuando mayor era la presión en el equipo para evitar el descenso. ¿Qué tal la experiencia?
- Fue muy buena. Fueron dos meses muy intensos, porque lo requería la situación, y muy positivos. Es de las experiencias que te marca positivamente en la vida profesional por todo lo que has podido aportar y lo que has podido aprender.
- ¿Dónde radicó el éxito del equipo celeste, por el que casi nadie apostaba?
- El éxito es conjunto. No se puede hablar del éxito de una sola persona, sino del éxito de todos los involucrados en el proyecto. Desde el primer momento aprecié que todo el mundo estaba con muchas ganas de empujar para sacar al Celta de esa situación, y entre todos fuimos contribuyendo a ello. A mí me correspondió, lógicamente, la parte mental del equipo, y fuimos trabajando para conseguir la ansiada permanencia.
- ¿La plantilla fue receptiva, a pesar de que en el fútbol no son habituales los psicólogos?
- Sí. En ese sentido, tengo que agradecérselo al doctor García Cota, que fue la persona que me dio esa oportunidad. Lo presentó al club y tanto el director deportivo como Abel Resino aceptaron y tuve una buena acogida. Siempre hay algún jugador más reacio a la psicología, por desconocimiento o falta de información. Pero la acogida fue muy buena a medida que se les fue explicando en qué consistía lo que íbamos a hacer.
- ¿Cómo estaba la plantilla anímicamente en ese momento?
- Hay que pensar que a falta de ocho jornadas el equipo estaba penúltimo y que teníamos el primer partido contra el Mallorca y el siguiente contra el Zaragoza, dos de los implicados con nosotros en el descenso. El equipo era consciente de que tenía una situación muy difícil y que costaría salir de ella. Hice un trabajo en la línea de buscar todas las fortalezas posibles para poder salir adelante y minimizar aquellas debilidades que te hacen daño y que afectan a los resultados. Y el equipo lo entendió muy bien. Se rompió con el tópico de que el psicólogo del deporte está para resolver problemas. En el mundo empresarial y político no me fichan para resolver problemas sino para aumentar rendimientos.
- ¿Qué papel jugaron en ese éxito elementos externos como la afición?
- Cuando decía que fue un éxito de todo el mundo, hablo de todo el mundo que esté implicado en un equipo y, lógicamente, la afición estuvo totalmente implicada en todo esto, desde mi punto de vista. Recuerdo esos ocho partidos, que la afición los vivió con una intensidad tremenda: hubo recibimientos al equipo en cada uno de ellos y cuando nos desplazábamos fuera viajaban con nosotros. En el campo del Levante había unos sesenta aficionados gritando y apoyando al equipo. Fue la primera vez que me vitorearon en mi vida. No me lo esperaba y les di las gracias a todos. Esas cosas me las llevo en la cabeza y en el corazón. Esta es la pasión del fútbol. Realmente, el fútbol es grandioso por este tipo de cosas, porque moviliza pero sobre todo por cómo la gente ayuda a que un equipo también vaya hacia adelante. Hay que reconocer que en ese trabajo psicológico un porcentaje muy importante lo tuvo la afición, que estuvo empujando, siguiendo al equipo y haciéndole ver que siempre hay posibilidades para salvarnos, aunque sea de un cuatro por ciento.
- ¿Y qué aporta un entrenador como Abel Resino, especializado en salvar a equipos en apuros?
- Cada entrenador tiene su perfil. Abel tiene muchísima experiencia y se fue adaptando a las diferentes situaciones. Es un entrenador que trabaja bajo un modelo de coordinación, como coordinador. Me pareció que tiene el modelo inglés, en el que el entrenador coordina a buenos profesionales, Y eso me gustó mucho de él. Conjugó dos cosas: la experiencia en otros clubes con su experiencia como jugador. Eso le ayudó a vivir las últimas ocho jornadas con mucha entereza y, sobre todo, con mucha solidez. Él creía más que nadie que el Celta se iba a salvar.
- Desde la distancia, ¿cómo está viendo ahora al Celta?
- Lo sigo y veo esa situación difícil que está empezando a vivir y que ojalá le dé la vuelta con un buen resultado. Porque por muy bueno que sea el trabajo, que es lo que se está transmitiendo, sin buenos resultados las cosas cuestan más. Todavía es pronto para hacer valoraciones y hay que dar cierto margen de confianza. El equipo tiene que ir adaptándose a un nuevo entrenador y a los nuevos fichajes. Esperemos que sea así. El Celta es un equipo de Primera y tiene que seguir en esa división, sí o sí.
- El Celta ahora tiene otro psicólogo, Joaquín Valdés, que llegó con Luis Enrique.
- Hay dos modalidades de psicólogos: el que contrata el club y el que contrata el entrenador. En este caso, el que está llegó con Luis Enrique. Es un poco diferente, aunque es bueno porque siempre va a sumar. Desde mi punto de vista, lo ideal es disponer de un psicólogo para el club, como hay un médico, un fisioterapeuta..., y que incluso podría colaborar con el psicólogo del entrenador. Éste tiene partes buenas y malas. La buena es que favorece el rendimiento del staf técnico y de los jugadores, pero éstos lo ven como parte del grupo que viene con el entrenador y se puede ir con el técnico. Por eso abogo por la figura permanente del psicólogo. Esa es una de las asignaturas pendientes del fútbol moderno: contar con un área de psicología del deporte, desde la que trabajar con el staf técnico, los jugadores y las categorías inferiores. Pronto llegará al fútbol.
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