En una competición en la que los partidos suelen decidirse por pequeños detalles, como bien se ocupa de señalar Luis Enrique, el Celta ha pagado una factura muy elevada por errores de bulto en las dos áreas que en la mayoría de los partidos de casa se ha producido de forma consecutiva. Por esta causa han volado no pocos puntos de Balaídos.
En más de una ocasión los errores más graves se han producido en los minutos finales de partido, sin tiempo de reacción, lo que ha amplificado la sensación de derrota. El último episodio de esta sangrante práctica se produjo el pasado lunes contra el Levante, al que el Celta, después de dominar y perdonar, entregó el triunfo en un par de minutos de ofuscación.
El gol del granota Pape Diop, tras rechazar contra la barrera un lanzamiento de falta del excéltico Juanfran, se produce después de una cadena de errores de Fabián Orellana, un futbolista que no acaba de dar la talla en Primera División, cuya desquiciante entrada en el partido por Nolito echó por tierra la posibilidad del Celta de llevarse al menos un empate. El jugador chileno no solo comete de forma ridícula la prescindible falta que cuesta la derrota al Celta, sino que comete la infracción inmediatamente después de un piscinazo en el área del Levante.
El problema es que, al menos en Balaídos, llueve sobre mojado prácticamente desde el duelo inaugural de la temporada, contra el Espanyol, en otro partido claramente dominado por el conjunto de Luis Enrique que, en este caso dilapidó una renta de dos goles.
Como ocurrió ante el Levante, el error clave se produce en los últimos minutos de partido, cuando, seguramente por exceso de confianza, el Celta se creía que tenía ya los tres puntos en la buchaca y dejó la puerta abierta al conjunto perico. Una mala presión en medio campo propició un pase a la espalda de Fontás sobre Thievy, que pilla a Yoel a media salida y establece el empate a quince minutos para el final del partido. Los celestes reaccionaron e incluso generaron varias ocasiones claras (un par de ellas en el descuento) para ganar un partido que se quedó finalmente en empate.
En la tercera jornada de Liga, frente al Granada en Balaídos, el Celta pecó también de pardillo. Los celestes dominaron con autoridad en el choque en fútbol y ocasiones y se adelantaron en el marcador frisando la media hora de juego con un gol de Rafinha, que disputaba su primer partido como titular. Sin embargo, tras otra pérdida de balón eludible, el Granada convirtió en gol una de sus escasas incursiones en el área céltica: Angulo sirve al área y Costas no alcanza a despejar la pelota, que le cae a Piti y bate a Yoel con un disparo inapelable. Otro error evitable.
Finalmente, frente al compromiso ante el Elche, el conjunto celeste cede la derrota en un contragolpe culminado por Javi Márquez después de un córner a favor.
Julio Bernardo / Faro de Vigo
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