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Foto: Iñaki Osorio |
Raúl Dacosta, futbolista ourensano de 11 años, es una de las promesas que apuran su crecimiento en las canteras de Celta o Deportivo. En su éxodo a A Madroa sigue los pasos de su padre, Ramón Dacosta, que hace 22 años también hizo el camino hacia Vigo para buscar fortuna. Un lustro después consiguió debutar en Primera División.
El éxodo de las promesas del fútbol ourensano no cesa. El pasado sábado el máximo exponente de la cantera provincial, el equipo juvenil de División de Honor del Pabellón, perdió en su visita al Mundo del Fútbol de Abegondo ante un Deportivo que tiene a tres ourensanos en sus filas. El mediocentro Jorge de Dios y el extremo Ismael fueron titulares, mientras que otro centrocampista, Miguel, no tuvo minutos ante los blanquiverdes, el club donde tuvieron su cuna.
El flujo es incluso mayor en dirección a Vigo. Un autobús recoge cada semana a cerca de una decena de futbolistas ourensanos en ciernes para llevarlos a A Madroa, el vivero del Celta. Tres de ellos son alevines, Víctor, Xavi y Raúl Dacosta, un mediapunta de 11 años que también se siente cómodo en las bandas y de apellido muy ligado al fútbol.
Hay familias en las se ha transmitido la experiencia de padres a hijos. En la de Ramón Dacosta está sucediendo. El que fuera capitán del Ourense, cuya camiseta defendió entre los años 2000 y 2007 en Segunda B, ve como el pequeño de sus dos niños tienta un futuro céltico como él lo hizo hace dos décadas.
En el año 1991 Dacosta se fue a Vigo y un lustro después consiguió debutar en Primera División, tras sustituir a Adriano en el partido que el Celta de Fernando Castro Santos perdió en El Molinón y que pasó a la historia por la espantada de Mostovoi. Alavés, Hércules y Cádiz fueron sus siguientes destinos antes del retorno a Ourense.
Tras colgar las botas, Ramón Dacosta compaginó los banquillos con una incursión en los despachos al ser parte de la directiva que puso el embrión del ascenso del Ourense a Segunda B en 2011. Esta temporada entrenará al cadete B rojillo, por lo que la decisión de dejar partir a su hijo Raúl hacia la cantera del Celta tiene un punto de controversia. Dacosta explica que la prioridad son los estudios, por lo que ya el año pasado optaron en casa por retrasar la salida a la cantera viguesa, cuyos técnicos le han hecho un seguimiento.
Como las notas son buenas, este verano ha sido el del visto bueno para la partida a Vigo porque las posibilidades de crecimiento (instalaciones, cualificación técnica, asistencia a torneos de prestigio internacional) que ofrece A Madroa no se dan en Ourense ni en otros muchos lugares del fútbol español.
Antes de que su hijo siguiera sus pasos lo hizo su hermano Roberto Dacosta, que llegó a jugar en los juveniles de la División de Honor del Celta. En casa se queda Iván Dacosta, un interior izquierdo de 16 años que jugará en el juvenil B del Ourense.
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