¡Las vueltas que da la vida Fabián!


Foto: Marcos Bacariza
El próximo lunes se cierra el mercado de verano. Será el último día en el que los clubes podrán inscribir futbolistas en la Liga, y también el último en el que podrán traspasar o ceder a aquellos con los que no cuentan para la temporada que acaba de comenzar. Dos veces al año, las secretarías técnicas de los equipos viven momentos de tensión, una vorágine de movimientos con el fin de completar la mejor plantilla posible, y son estos últimos días los más ajetreados de todo el mercado. Sucede en verano y en invierno. 

Precisamente en el último mercado de invierno llegó un fichaje sobre la bocina. Casi cuando el administrativo de la LFP se disponía a apagar el Fax entró uno procedente de Praza de España con la ficha de Fabián Orellana. A última hora se concretaba el regreso de Fabián Orellana con el que había soñado el celtismo el verano anterior, y que no se había podido producir por la insistencia de Anquela, técnico de Granada, que contaba con el chileno. El delantero había sido uno de los héroes del ascenso céltico a Primera División, pero estaba cedido por el conjunto nazarí, con una prohibitiva opción de compra valorada en tres millones de euros. 

Durante todo el verano de 2012, Celta y Granada negociaron el traspaso del futbolista. Anquela lo quería, pero no a cualquier precio. Hubiese aceptado su venta, pero por un precio al que Mouriño no estaba dispuesto a llegar. Así las cosas no hubo acuerdo y Orellana continuó en Granada, en contra del deseo del futbolista, encantado con volver a Vigo, donde se sentía querido y contaba con varios amigos en la plantilla, ya que había formado un gran grupo junto a Roberto Lago, Iago Aspas y Hugo Mallo. Finalmente, ya sin Anquela en el banquillo, y con un Celta navegando a la deriva y muy cerca de los puestos de descenso, acabó recalando en Vigo a cambio de poco más de un millón de euros. 

En su presentación se le veía exultante. Era un tipo feliz. Muchos celtistas en Balaídos, que lo aclamaban y lo recibían como un héroe. Su rostro no podía ocultar la felicidad que sentía por dentro. Muy distinta su expresión a aquella timida presentación en el Hotel Los Escudos un año y medio atrás cuando llegó a Vigo después de haber sido uno de los héroes del ascenso del equipo que había privado al Celta de lograrlo. 

Las cosas habían cambiado mucho para él en un año y medio, pero si esa experiencia no le había enseñado lo cambiante que puede ser el fútbol, éste se ha empeñado en seguir demostrándoselo en tan solo siete meses, los que han transcurrido desde enero hasta agosto de este mismo año. Ya no están Iago Aspas ni Roberto Lago. Ni tan siquiera Paco Herrera, el técnico que lo reclamó, ni Abel Resino, el que lo sustituyó. El nuevo entrenador no cuenta con él, y ya no se siente tan feliz en Vigo. La gente lo puede adorar, pero el rendimiento del chileno en su regreso no fue aquel que encandiló a Balaídos, así que su salida no dolerá tanto como cuando tuvo que regresar por obligación a Granada. A día de hoy, el Celta le busca destino. Quien sabe si, como sucedió en el último cierre de mercado, un fax llega a última hora, pero en este caso para confirmar su marcha del club. ¡Las vueltas que da la vida Fabián! 

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