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Foto: Javier Soriano |
El esfuerzo de pequeños y grandes ha logrado que 90 años después hayamos llegado hasta aquí. Muchos, miles, han pasado antes que nosotros. Han dirigido este club, lo han entrenado, han vestido su camiseta – a veces roja, otras azul, muchas veces celeste – y, sobre todos ellos, han animado hasta el último aliento. Y, con todo ello, a veces te preguntas si realmente merece la pena.
Porque a veces me pregunto si merece la pena perder tiempo y dinero en lograr que el ambiente sea un poco mejor. Que un puñado de los tuyos puedan estar junto a otros tantos “locos” animando en el penúltima día con sólo un cuatro por ciento. Y aun limpiándote el sudor del esfuerzo, volviendo a perder tiempo y dinero para que el último día no sea el último. Todo ello después de ocho horas diarias de pescar o de cargar o de conducir o poner lo que vosotros mismos ya sabéis.
Y me vuelvo a preguntar si merece la pena que ese chaval sólo quiera ese regalo de cumpleaños, que ese padre gaste su salario de un mes o que tú te gastes el dinero que no tienes. Todo por un pedazo plástico, bien feo, con un diseño para esconder, que simplemente te permite pasar una puerta una veintena de veces al año. Si, ese que dicen que no subió de precio.
No paro de preguntarme si merece la pena tantos que pierden, entre comillas, parte de su tiempo de ocio en hacer una web, en montar un programa de radio, en transmitir la información de esa camiseta por el simple amor a ella. A pesar de los palos, por encima de las críticas sin razón. Sin nada a cambio. Nada.
Por último, me pregunto si merece la pena convertir a esta religión un cacho de tierra de escasos siete kilómetros cuadrados en medio de una ría , recorrer más de 120 km cada quince días o conseguir para el club en abonos unos ingresos de seis cifras para que cuando vas a pedir algo fundamental acabes tan asqueado que aun cuando lo consigues, te preguntes: ¿merece la pena?
Te dirán que ellos, los que dirigen, entrenan y visten también se lo preguntan. Por lo menos a final de mes se lo preguntan menos, seguro.
Entonces echas la vista atrás, recuerdas las 22:50 del pasado 1 de junio, y piensas: si, merece la pena. Lo merece tantísimo... pero nosotros, el que no paran de decir que es el principal activo, a veces nos lo hacen dudar.
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