Visto para sentencia


Foto: Julio Muñoz / EFE


Ante el Betis, el Celta dejó su descenso visto para sentencia. Si lo que hacía falta desde el miércoles era un auténtico milagro, lo de ahora ya traspasa el universo paranormal. Salvo proeza mayúscula, el conjunto celeste será equipo de Segunda División la temporada que viene y lo será por méritos propios. Una planificación deportiva desastrosa, las carencias futbolísticas y emocionales de un equipo con tan poco gol como personalidad y el bajo rendimiento de determinados jugadores en la segunda vuelta del campeonato pueden ser las razones. A todo ello es inevitable sumarle la labor arbitral, un lastre evidente durante todo el curso que si bien no es el principal causante de la debacle, sí que ha ayudado a que se consuma definitivamente. Después del fuera de juego de Jordi Alba en el Camp Nou, de los dos penaltis no señalados en Mallorca o del penalti sobre Acquafresca en el Ciutat de Valencia, Cuarto Milenio bien podría dedicar otro programa entero al gol anulado a Túñez en el día de ayer. Inexplicable.
   
Errores arbitrales aparte, lo propuesto por el Celta en el Benito Villamarín no se corresponde con las urgencias con las que llegaba a Sevilla. El aficionado celeste todavía espera un partido en el que los suyos salgan en modo arrollador, achuchando al rival desde el minuto 1,  demostrando que nadie se juega más en un partido que quien está luchando por no perder la categoría. El planteamiento fue el de muchas otras veces. Resino estaba en el banquillo, pero bien podría haberlo estado Paco Herrera. El Celta no difirió mucho de aquel que tantos y tantos partidos contemporizó y especuló como visitante. Nunca fue decididamente a por el encuentro. Sobrevivió a los primeros minutos indultado por un Betis que se movía al ritmo que marcaba un Beñat libre de marca. Prefirió sufrir sin balón que discutir su dominio. Aspas fue una isla una vez más, Augusto no tuvo su partido, Krohn-Dehli continua desaparecido y Orellana todavía no ha llegado a Vigo.
   
El merecido gol verdiblanco llegó quizás en la acción menos meritoria, resbalón de Jonathan Vila mediante. Como tantas otras veces, el marcador en contra recordó al Celta que debía ganar el partido. Fue entonces cuando se puso a ello. Al campo entraron De Lucas, Pranjic y Toni. El primero aportó únicamente a balón parado, el segundo todavía desconoce cuál es su rol en este equipo y el tercero demostró una vez más lo injusto que se ha sido con él. El coruñés ofreció movilidad en la medular, todo lo que le faltó anteriormente a un conjunto sumamente estático. Los celestes acecharon la portería bética e incluso consiguieron empatar, pero Teixeira Vitienes decidió dejar el partido como estaba. Enésimo error arbitral en contra de un Celta que en muchos partidos no ha podido, en otros como el de ayer le ha faltado querer y en bastantes tampoco le han dejado.
   
Ahora sólo queda rezar. Cualquier milagro pasa por ganar los dos partidos que restan y esperar resultados inesperados de los demás. Más allá de eso, es necesaria una reflexión. El Celta se ha hecho merecedor de un puesto en Segunda División la temporada que viene. La dirección deportiva ha sido un cúmulo de despropósitos y deben exigirse responsabilidades. Salvando un par de casos, los fichajes no han dado resultado. Por otra parte, Resino ha demostrado no ser el mejor entrenador para gestionar esta plantilla tras el despido de Paco Herrera. Además, la estrella del equipo bajó el nivel desde el día de Reyes, acompañado de un danés que parecía un jugadorazo y que ha terminado siendo una decepción. La imagen del Celta, justa o injustamente, se ha deteriorado en el panorama futbolístico nacional tras los episodios de Salva Ballesta y Riazor, y el respeto tanto institucional como arbitral hacia el club es nulo. La aventura en Primera probablemente se termine en unas semanas, pero debe servir de aprendizaje para no repetir estos errores en el futuro. 

0 comments:

Publicar un comentario