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ESTADIO DEPORTIVO |
La sanción de Álex López permitió a Fabián Orellana gozar de la titularidad después de varios partidos saltando desde el banquillo. El chileno tenía ante sí otra oportunidad para reivindicarse y demostrar que también puede ser relevante en Primera División. Y una vez más, casi como siempre, dio la razón a aquellos que creen que la categoría le queda un poco grande. Desde su llegada a Vigo, apenas en uno o dos partidos se pareció a aquel futbolista que nos hizo soñar la pasada temporada.
Cuando así fue lo celebramos con algarabía, esperando que fuese el despegue definitivo de un futbolista que generó una tremenda ilusión cuando regresó a Vigo en el pasado mes de enero. De esa ilusión, generada por los inmejorables recuerdos de la pasada temporada, pasamos a la decepción hasta llegar al estado actual en el que reina la indiferencia. Muchos han perdido la fe en el chileno, y los menos esperan que aparezca en las jornadas que quedan.
Ayer, con el Betis muy volcado en la primera parte, Orellana apenas pudo contactar con el balón, y cuando lo hizo estuvo precipitado, sin ideas. No fue ese futbolista resolutivo que marcaba diferencias y empujaba a sus compañeros. Sigue demostrando que ese pequeño defecto que ya padecía en Segunda, el de tener dificultades para leer los partidos, para entender el juego, se convierte en una losa pesadísima cuando no logra desequilibrar. Cuando su talento no es superior al de sus rivales se diluye como un azucarillo en el agua.
Sorprende esta situación porque Orellana ha vivido grandes experiencias con su selección, compitiendo constantemente contra sus rivales del cono sur en grupos de clasificación para el mundial conformados por selecciones muy decentes. Sin embargo no ha sido capaz de imponerse todavía en Primera, de demostrar que aquí hay un futbolista. Porque además lo hay, y porque el Celta realizó una apuesta muy fuerte este invierno para ficharlo tras realizar un importante desembolso económico. Tiene mucho futuro por delante pero debe espabilar y dar un paso adelante si no quiere ganarse el "sambenito" de eterna promesa. En Segunda ya sabemos lo que puede dar. Tal vez el año que viene nos venga de perlas. Estemos donde estemos.
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