Aspas puede cerrar el círculo


Foto: Marta G. Brea
El dramático y decisivo partido del próximo sábado en Balaídos será un encuentro de despedidas. Significará el adiós de todos los cedidos, que salvo sorpresa no volverán a vestir la zamarra celeste la próxima temporada. Sólo Javi Varas, lesionado el pasado sábado, permanecerá en el recuerdo. Los Park, Pranjic o Demidov se irán sin pena ni gloria, probablemente sin tan siquiera vestirse de corto, sentenciados por una campaña en la que no cumplieron con las expectativas. Otros como Augusto Fernández o Michael Krohn-Dehli ligarán su futuro a lo que suceda esa noche. Si el Celta pierde la categoría, su marcha será prácticamente inevitable. Como también lo es la de Roberto Lago, confirmada desde hace meses. Tras años y años con un solo escudo, el de O Calvario prestará su último servicio a la escuadra de su vida antes de poner rumbo a Getafe. Además, es posible que otros integrantes del plantel, caso de Insa, Toni o De Lucas, con escaso protagonismo este curso, tampoco vuelvan a jugar de celeste.
   
Pero si hay una despedida que sobresale por encima de todas, esa es la de Iago Aspas. Ocurra lo que ocurra, resulta difícil pensar que el atacante de Moaña continúe en el Celta la próxima temporada. Las ofertas por él se han sucedido desde el mes de enero  y han tomado fuerza en las últimas semanas. En Inglaterra parecen decididos a llevarse al jugador y el conjunto vigués no podrá competir ni deportiva ni económicamente con ninguna de esas propuestas. Resta saber si el club cumplirá su palabra y no se sentará a negociar, remitiendo a los interesados al pago de su cláusula. Lo que a casi nadie se le escapa  es que Aspas, salvo sorpresa, hará las maletas este verano.
   
Y puede hacerlo cerrando su propio círculo. El 6 de junio de 2009, debutaba en Balaídos en un partido que ni él ni el celtismo podrán olvidar jamás. Por aquel entonces, el conjunto vigués se jugaba bastante más que el próximo sábado ante el Espanyol. Eran tiempos de penuria, en los que el equipo vagaba sin rumbo en Segunda y coqueteaba con caer a las catacumbas del fútbol español. El Alavés apretaba y complicada la vida a un Celta al que le quedaban pocas balas para salvar la categoría. No vencer aquella tarde significaba comprometer el futuro del club, en plena quiebra económica, a unas dos últimas jornadas de infarto. Estaba en juego la continuidad de una institución con más de 80 años de historia. Entonces, Eusebio se la jugó con un chaval de 21 años que pisaba por primera vez el césped de Balaídos. Salió cara. El doblete de Aspas salvó al Celta y evitó la debacle. El celtismo ya tenía un héroe.
   
Casi cuatro años y 50 goles después, el moañés puede estar ante su último partido como jugador celeste. Será en Balaídos, como el primero, y jugándose la permanencia, como aquella vez. La situación no es tan trágica. Despedirse de la Primera División no es comparable, ni deportiva ni económicamente, a lo que hubiera sido caer entonces al pozo de la Segunda B. No obstante, el partido está envuelto por ese ambiente épico, heroico, propio de un encuentro en el que hay tanto en juego. Lo que hace un par de semanas resultaba impensable puede consumarse el próximo sábado, con ocho gallegos en el equipo titular y un chaval de 17 años en la portería. El rival, al margen del Espanyol, es el de siempre, el que vive 160 kilómetros al norte, el enemigo por excelencia. Galicia busca representante en la máxima categoría, y sólo puede quedar uno. De película. Ni el mejor cineasta podría haber diseñado un final tan emocionante.

Entre todos esos condicionantes, el celtismo busca de nuevo a su héroe. Un héroe que deberá saldar su deuda, la que contrajo hace un par de meses en tierra blanquiazul. Un derbi perdido y cuatro partidos de ausencia han sido una losa muy difícil de soportar. Aspas lo sabe y es consciente que sus goles ante Athletic y Valladolid no son suficientes para pagarla. Debe aparecer este sábado y rescatar de nuevo al Celta, ayudar a ganar la batalla decisiva al Deportivo y superar a un Colotto que salió victorioso en los clásicos del curso pasado. Sólo así abandonará Balaídos convertido en mito, elevado a la categoría de los más grandes, recordado como el hombre que salvó al Celta por partida doble. Todo tiene un principio y un final. La historia de Aspas comenzó aquella tarde ante el Alavés y puede terminar este sábado ante el Espanyol, de nuevo a hombros de Dani Abalo, cerrando su propio círculo. Confiemos en que así sea.

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