Orellana regresa a Riazor con una cuenta pendiente


RICARDO GROBAS

Fabián Orellana regresa a Riazor con cuentas pendientes. El chileno fue héroe y villano en el último derbi en territorio herculino. Marcó el tanto que daba el empate a los vigueses y un minuto después perdía el balón que originó el obús de Lassad que decantó la balanza. El Histórico apunta además a titular después de su paso por el banquillo ante el Real Madrid. Su verticalidad y el mal momento de Krohn-Dehli le abren de nuevo la rendija.

Retornado en el final del mercado invernal, Orellana todavía tiene pendiente un gran día para celebrar su regreso. Apuntó cosas en el duelo ante el Granada, en el que salió muy activo, pero no estuvo a su altura en el resto de las citas. Por eso fue carne de banquillo el domingo pasado, en donde no salió ni a calentar.

Abel Resino, el entrenador, admite que el chileno es «mucho más vertical» y que está llamado a aportar cosas: «Es un jugador que importante que nos tiene que aportar muchas cosas». Esa verticalidad le llevó en octubre del 2011 a porfiar por un balón que terminó en las redes de Aranzubía. Poco después de la celebración, y aún en la ola del éxito, perdió el balón que condenó al Celta en la última visita al santuario deportivista.

Uno de sus puntos fuertes que se le atribuyen al chileno es la conexión con Aspas, su asociación para generar oportunidades en el ataque celeste, pero después de cuatro partidos desde que volvió, todavía no ha parecido esa química que sí apareció en Segunda. Además, su presencia ha ido creciendo, pasando de completar el primer partido a ser relevado en los tres siguientes.

De confirmarse su titularidad en el derbi de mañana, Krohn-Dehli podría ser el sacrificado. Aún así, Abel sabe que recuperar al danés es imprescindible: «Todo el mundo me habló muy bien de Michael, un jugador que es inteligente y que le viene muy bien al Celta. Tenemos que intentar que vaya a un nivel superior y lo necesitamos conectados». Kronh-Dehli se había perdido además el partido de Sevilla en la última salida.

Xosé Ramón Castro / La Voz de Galicia

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