Las leyendas de Balaídos: (X) Manolo


Este fin de semana no hay fútbol, y con el parón liguero la rabiosa actualidad cede su espacio a la historia, así que aprovecharemos para recordar a algunos de los jugadores que han hecho historia vistiendo la camiseta del Celta, concretamente a los que adornan la lona exterior del Estadio Municipal de Balaídos. Caras que solemos ver cada 15 días y que trataremos de recordar y acercar a los aficionados durante este fin de semana. 

Considerado por muchos el gran capitán de la historia del Celta. Muchos han sido los que han recibido tal honorable adjetivo, pero quizás el fue el último gran capitán. Pocos de los que entráis aquí lo recordaréis, del mismo modo que yo no lo recuerdo, pero por lo que he podido leer y oír, gracias a esa enciclopedia céltica viviente que es mi amigo Dani, era todo pundonor y lucha. Características tan necesarias en el mundo del futbol y que últimamente tan poco se ven en los terrenos de juego. Por tanto para Manolo va dedicado el día de hoy en este humilde espacio.

El Celta juvenil y la Selección Gallega de juveniles fueron el primer escenario de Manolo y de su enorme calidad, de su entrega y de su capacidad de liderazgo. Y el primer equipo, el Celta mayor como decían los de entonces, saboreó muy pronto a este grandioso jugador nacido para este club tan entrañable.

Sus brillantes actuaciones en la Selección B le metieron pie y medio en la Selección absoluta y el Real Madrid ofreció 20 enloquecedores millones para llevárselo; pero el 27 de enero de 1974 en la vida de Manolo se cruzó Johan Cruyff. Una dura entrada del holandés dejó a Manolo sin Selección, sin Real Madrid y casi sin rodilla, pero así permitió que ostente un récord entrañable: el hombre que más veces vistió la camiseta celeste en toda la historia del club.


Manolo era un jugador de carácter y buena prueba de ello fue cuando en vísperas de un Barcelona- Celta, Manolo declaró al diario "El Pueblo Gallego" que no deseaba ejercer de capitán en dicho encuentro para evitar estrechar la mano de Johan Cruyff, capitán del Barcelona. Manolo estaba enemistado con el jugador holandés desde que en el propio escenario del Camp Nou recibiera de éste la famosa patada en la rodilla. De eso habían pasado ya 3 años.

Diecisiete temporadas en el equipo profesional defendiendo la causa con ejemplar entrega y bravura le otorgaron a Manolo el título de «Gran Capitán» de la historia del Celta. Desde los seis añitos se colaba en el estadio después de cruzar la ciudad escondido en el tranvía, para ser luego un central de majestuosa presencia que marcó goles decisivos.

Conoció la UEFA y la Segunda B; la gloria de los ascensos y la amargura de los descensos; y quizá por todo eso y mucho más Balaídos reunió el 6 de mayo de 1982 a treinta mil personas borrachas de nostalgia para ver al Celta y a la selección de Polonia en el partido de despedida al «Gran Capitán». Un pasillo interminable formado por los veteranos del Celta y de la Selección Española habría paso a Manolo en el momento del adiós, y advertía que iba a ser una noche donde se homenajeaban valores. Recibió multitud de regalos, abrazos con olor a amistad y una ovación de las que dejan grietas en el alma. Entre el bullicio del aplauso emotivo era difícil tragar la saliva, pero cuando se sacó el brazalete y se despidió del celtismo, hasta los polacos lloraron.

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