Las leyendas de Balaídos: (IX) Pepe Villar


Este fin de semana no hay fútbol, y con el parón liguero la rabiosa actualidad cede su espacio a la historia, así que aprovecharemos para recordar a algunos de los jugadores que han hecho historia vistiendo la camiseta del Celta, concretamente a los que adornan la lona exterior del Estadio Municipal de Balaídos. Caras que solemos ver cada 15 días y que trataremos de recordar y acercar a los aficionados durante este fin de semana. 

Debutó en Primera División el 10 de septiembre de 1950 ante el Lleida, en feudo catalán con victoria céltica por 2-3 con goles de Sobrado (2) y Hermida. La carrera deportiva de Pepe Villar comenzó muy cerquita de Balaídos: en el equipo del Coia. En 1948 se habían convertido en campeones de la Serie A Regional, pero el 1 de julio mientras preparaba el petate para irse al servicio militar, llamó el Celta a su puerta y lo fichó para los cincuenta años siguientes. Porque a sus doce temporadas como futbolista profesional hay que unir su fecunda y longeva labor como entrenador de la cantera, formando jugadores dispuestos a comerse el mundo en el primer equipo, y llegando incluso a conquistar con los juveniles el subcampeonato de Copa de 1965.

Por eso el perfil de Villar es el perfil del Celta, y por eso su biografía podría editarse como la historia oficial del club. En las primeras campañas jugó en el centro del campo, para pasar a ocupar posteriormente el eje de la defensa. Sustituyó como capitán del Celta a Lolín. Tras once temporadas en el primer equipo celeste, Pepe Villar pasó a desempeñar funciones de técnico en las categorías inferiores.

Como jugador disputó un total de 248 partidos, de los que 32 correspondieron a Segunda División, 9 a la Promoción de Ascenso y el resto (207) a la máxima categoría del fútbol español. De hecho ha sido, junto a Manolo y Juan Fernández uno de los futbolistas que en más ocasiones defendieron los colores del Celta en Primera. A pesar de ser un jugador de corte defensivo nunca fue expulsado de un terreno de juego, lo que demuestra la nobleza de este símbolo del celtismo.

En 1961 se despidió del fútbol activo para iniciar una prolongada carrera como técnico del club. Pasó a entrenar al equipo juvenil, que llevó a disputar una final de la Copa del Generalísimo en el Bernabéu ante el Athletic de Bilbao. 2-1 ganó el conjunto vasco. Dos de los mejores productos de la cantera viguesa, Manolo y Quique Costas, salieron de aquellas categorías inferiores que dirigía Pepe Villar, que con los años pasó a convertirse en el recambio del club para las situaciones de emergencia en el banquillo o como segundo entrenador.

Así colaboró con técnicos como Izaguirre, Carriega, Mariano Moreno y Chechu Rojo, entre otros. Las últimas temporadas en la entidad a la que dedicó los mejores años de su vida las pasó como ojeador de futbolistas para las categorías inferiores. En la década de los noventa se jubiló y en 1994 recibió un gran homenaje. ¿Cómo le gustaría ser recordado?, se le preguntó un día: "Como un hombre sencillo que ha dedicado toda su vida al club de su ciudad", respondió. (Faro de Vigo)

Con la camiseta celeste —y con el chándal de entrenador— consiguió todo lo que desde un equipo tan humilde se podría conseguir. Su vida fue el equipo suyo y el nuestr pero el 27 de junio de 2007 fichó por la muerte y conociendo su lealtad a la palabra dada, dudamos que vuelva.

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