Herrera debe reflexionar


EFE

La resaca del partido en Pamplona ha dejado en Vigo un domingo de pesimismo y críticas hacia un equipo que, por segunda vez en lo que llevamos de temporada, volverá a ocupar puestos de descenso al finalizar la jornada. Críticas en muchos casos unidireccionales, destinadas a un Paco Herrera que parece incapaz de revertir la mala racha a domicilio y que empieza a agotar la paciencia de algunos sectores del celtismo.
   
Lo cierto es que el técnico catalán debe reflexionar. En frío, en la soledad de su despacho en A Madroa, debe aclarar varios aspectos. Primero, y por encima de todo, debe recordar quién es su equipo, el Celta, un recién ascendido que tras cinco años en la penumbra regresó al cielo a través de una apuesta reconocible y fiable. El balón es el único camino. Basta ya de jugar a lo que no se sabe, es tiempo para apostar por lo que se conoce y se domina. El Celta tiene una ideología futbolística definida, la del fútbol de creación, con la que debe ir hasta las últimas consecuencias. Más que nada, porque no conoce otro método. Lo de ayer ha sido una nueva muestra. El Osasuna se salvará jugando como el Osasuna, como muy bien saben en el Reyno y como con fuerza reclaman desde su grada. El Celta tendrá que hacer lo propio a su manera, muy diferente a cómo actúan en Pamplona.
   
Y es ahí donde entra el tema de la personalidad. Herrera ha demostrado una falta de confianza notoria en las posibilidades de su equipo cuando actúa como forastero. Generalmente ha planteado los encuentros a domicilio en función de las virtudes del rival y no de las suyas propias. Algo comprensible, en cierto modo, si el rival es el Real Madrid o el Barcelona, pero totalmente inaceptable si el adversario es un enemigo directo por la permanencia. Más que nada porque, repito, el Celta no es ese conjunto camaleónico capaz de adaptarse al rival, sino una escuadra con un patrón balompédico claro. La victoria de Zaragoza, donde un Celta muy conservador se encontró con 3 puntos que no merecía, ha incitado a Herrera a pensar lo contrario. Para una muestra los partidos jugados a domicilio desde entonces (con la única excepción de Málaga, casualmente). Al Celta hay que exigirle más personalidad, más confianza en sus posibilidades. El día que salte a un campo ajeno jugando a lo que sabe podrá perder –como hizo alguna que otra vez a principio de temporada-, pero sus opciones de éxito siempre serán mayores.
   
Finalmente, el técnico catalán debería también replantearse ciertas decisiones en relación a sus futbolistas y la colocación de estos en el campo. Suele decirse que la clave en el fútbol es hacerlo fácil, que todo está inventado. Lo de poner a Pranjic en todos lados menos en su sitio, colocar a De Lucas a pierna cambiada o situar a Park en banda izquierda es complicarse la vida.  Y lo de Cabral en el doble pivote ya es un absoluto sinsentido. Más teniendo hombres como Demidov, Vila o Insa que podrían rendir ahí ofreciendo mejores prestaciones. Eso obviando por completo a un tal Álex López, el único canalizador de juego claro que tiene este equipo y que de un día para otro ha desaparecido del once. Cierto es que no está rindiendo al nivel que se esperaba, pero prescindir de él parece un lujo que el Celta no se puede permitir. Luego está lo de Bermejo, un invento de excelente resultado en Segunda pero que en Primera no termina de funcionar. Más que un “mediapunta defensivo”, quizás al equipo le venga mejor un segundo punta. Park podría ser una opción.
   
Es absolutamente legítimo el cabreo con Herrera: las sensaciones no son buenas y el equipo está en descenso. El técnico catalán se ha ganado un crédito en estos dos años, pero un crédito que no es inagotable. Debe reflexionar y reaccionar, recordar de dónde viene y a dónde va. Pero sobre todo, recordar cómo ha venido y cómo puede llegar. Queda tiempo.  

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