El fútbol es un deporte de momentos, que se lo digan a Park
Chu Young. El coreano, probablemente el fichaje más exótico de la historia del
Celta, llegó a Vigo a finales del pasado mes de agosto con la vitola de
incorporación estrella. Venía para acompañar a Iago Aspas en la delantera y para
aportar los goles necesarios a un equipo aspirante a conservar la categoría. Su
presentación no pudo ser más exitosa.
Corría el minuto 66
de partido de un Celta-Getafe de la quinta jornada del campeonato nacional de
Liga. Balaídos esperaba ansioso la entrada del futbolista asiático, a quien
rodeaba una enorme expectación. Dos minutos tardó el delantero en cazar un
centro de Krohn-Dehli, firmar el gol de la victoria y llenar de júbilo las
gradas del vetusto coliseo vigués. Un gol aquel que permitió a Park ocupar páginas de periódico, resúmenes
de televisión y minutos de radio. En un abrir y cerrar de ojos había convencido
a la exigente afición celeste. Un estreno como aquel bien merecía ilusionarse.
Pero se acabó.
Desde entonces no ha habido noticias del surcoreano. Sus apariciones se han
limitado a dos titularidades, frente a Granada y Sevilla, y escasos minutos
repartidos entre Real Madrid, Deportivo y Barcelona. Su bagaje es de cero goles
y las sensaciones que desprende muy pesimistas. No termina de encontrar su
sitio, no se le ve cómodo, no participa, no aporta, no suma. Ciertos sectores
del celtismo, impacientes por tradición, ya lo ven como un “bluf”. Motivos de
momento no ha dado para pensar lo contrario.
Sin embargo,
echando la vista atrás se demuestra que afirmaciones como esta última son algo
precipitadas a estas alturas de temporada. El curso pasado, más o menos por
estas fechas, era otro el futbolista cuestionado. También se trataba de un
recién llegado, en este caso con pasaporte chileno y mucha calidad en sus botas.
Irregular e intermitente, tenía la responsabilidad de hacer olvidar a otro gran
incomprendido –Roberto Trashorras-, y lo cierto es que en sus primeros meses no
lo consiguió. Pese a algún que otro golazo y más de una asistencia de genio,
los primeras semanas de Fabián Orellana en el Celta serán recordadas por la
pérdida de balón que propicia el gol de la victoria del Deportivo en el derbi y
su gesto hacia la grada, mandando callar al público, tras anotar frente al
Guadalajara. Le hicieron falta muchas dianas y jugadas magistrales para hacer
cambiar de opinión a sus detractores. El 3 de junio, cuando el Celta certificó
definitivamente el ascenso, eran pocos en Balaídos los que no rezaban por la
continuidad de uno de los hombres más determinantes de la temporada. Alguno
todavía hoy lo echa de menos.
¿Y si Park es el
nuevo Orellana? No se debe olvidar que el chileno vivió de chispazos hasta
enero y que sólo se asentó en la titularidad a partir del comienzo de la
segunda vuelta. Posteriormente, su rendimiento fue espectacular. Por ello,
habría que darle tiempo al coreano. Su nivel futbolístico debe estar fuera de
toda duda, pues no todos despiertan el interés de un técnico como Arsene
Wenger. Es lógico que atraviese un proceso de adaptación que quizás nada tenga
que ver con el que a su vez están viviendo otros como Augusto Fernández o
Michael Krohn-Dehli. Cada futbolista es diferente y probablemente el ex del
Arsenal necesite más tiempo que sus compañeros para dar su mejor nivel. Será
entonces, pasado un periodo prudencial, cuando se pueda valorar su rendimiento.
Hasta entonces, toca esperar como se esperó con El Poeta. Al final, el árbol
termina dando sus frutos.
1 comments:
Siento discrepar con esto
Orellana siempre dejaba destellos de calidad, un regate, un gol, un toqye de balon, una asistencia... Siempre dejaba algo pero es que este tio no da controlado un balon, no da un pase ni tira bien ni esta haciendo nada
No es lo mismo ni por asomo
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