Recuerdos de un chileno


ALBERTO LIJÓ

El fútbol es un deporte de momentos, que se lo digan a Park Chu Young. El coreano, probablemente el fichaje más exótico de la historia del Celta, llegó a Vigo a finales del pasado mes de agosto con la vitola de incorporación estrella. Venía para acompañar a Iago Aspas en la delantera y para aportar los goles necesarios a un equipo aspirante a conservar la categoría. Su presentación no pudo ser más exitosa.
   
Corría el minuto 66 de partido de un Celta-Getafe de la quinta jornada del campeonato nacional de Liga. Balaídos esperaba ansioso la entrada del futbolista asiático, a quien rodeaba una enorme expectación. Dos minutos tardó el delantero en cazar un centro de Krohn-Dehli, firmar el gol de la victoria y llenar de júbilo las gradas del vetusto coliseo vigués. Un gol aquel que permitió a  Park ocupar páginas de periódico, resúmenes de televisión y minutos de radio. En un abrir y cerrar de ojos había convencido a la exigente afición celeste. Un estreno como aquel bien merecía ilusionarse.
   
Pero se acabó. Desde entonces no ha habido noticias del surcoreano. Sus apariciones se han limitado a dos titularidades, frente a Granada y Sevilla, y escasos minutos repartidos entre Real Madrid, Deportivo y Barcelona. Su bagaje es de cero goles y las sensaciones que desprende muy pesimistas. No termina de encontrar su sitio, no se le ve cómodo, no participa, no aporta, no suma. Ciertos sectores del celtismo, impacientes por tradición, ya lo ven como un “bluf”. Motivos de momento no ha dado para pensar lo contrario.
   
Sin embargo, echando la vista atrás se demuestra que afirmaciones como esta última son algo precipitadas a estas alturas de temporada. El curso pasado, más o menos por estas fechas, era otro el futbolista cuestionado. También se trataba de un recién llegado, en este caso con pasaporte chileno y mucha calidad en sus botas. Irregular e intermitente, tenía la responsabilidad de hacer olvidar a otro gran incomprendido –Roberto Trashorras-, y lo cierto es que en sus primeros meses no lo consiguió. Pese a algún que otro golazo y más de una asistencia de genio, los primeras semanas de Fabián Orellana en el Celta serán recordadas por la pérdida de balón que propicia el gol de la victoria del Deportivo en el derbi y su gesto hacia la grada, mandando callar al público, tras anotar frente al Guadalajara. Le hicieron falta muchas dianas y jugadas magistrales para hacer cambiar de opinión a sus detractores. El 3 de junio, cuando el Celta certificó definitivamente el ascenso, eran pocos en Balaídos los que no rezaban por la continuidad de uno de los hombres más determinantes de la temporada. Alguno todavía hoy lo echa de menos.
   
¿Y si Park es el nuevo Orellana? No se debe olvidar que el chileno vivió de chispazos hasta enero y que sólo se asentó en la titularidad a partir del comienzo de la segunda vuelta. Posteriormente, su rendimiento fue espectacular. Por ello, habría que darle tiempo al coreano. Su nivel futbolístico debe estar fuera de toda duda, pues no todos despiertan el interés de un técnico como Arsene Wenger. Es lógico que atraviese un proceso de adaptación que quizás nada tenga que ver con el que a su vez están viviendo otros como Augusto Fernández o Michael Krohn-Dehli. Cada futbolista es diferente y probablemente el ex del Arsenal necesite más tiempo que sus compañeros para dar su mejor nivel. Será entonces, pasado un periodo prudencial, cuando se pueda valorar su rendimiento. Hasta entonces, toca esperar como se esperó con El Poeta. Al final, el árbol termina dando sus frutos.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Siento discrepar con esto
Orellana siempre dejaba destellos de calidad, un regate, un gol, un toqye de balon, una asistencia... Siempre dejaba algo pero es que este tio no da controlado un balon, no da un pase ni tira bien ni esta haciendo nada
No es lo mismo ni por asomo

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