El sino del Celta


Foto: sportyou.es

Ya avisaba Herrera antes de comenzar la temporada: “si el año que viene Iago Aspas sigue aquí va a ser un milagro”. El tiempo puede darle la razón. De ello también se percató Míchel, técnico del Sevilla, en su visita a Balaídos: “le va a ser muy difícil al Celta retener a Aspas”. Tras diez jornadas de campeonato y la excepcional evolución del moañés, Herrera ratificó su predicción: “si hay un equipo listo de Primera de los que puedan pagar, irán a por él”.
   
Al celtismo en general posiblemente le generen pánico estas declaraciones. Aspas se ha convertido en un icono, un ídolo, un referente. Existe prácticamente unanimidad acerca de que hoy por hoy es el futbolista más destacado. Su fútbol, diferente al de otros, encandila. “Es un chico de la calle y en el campo te roba la cartera”, señalaba su entrenador en la sala de prensa del Camp Nou. Aspas es descaro, atrevimiento, electricidad, pura dinamita. Todo eso lo adereza con la parte emocional de su fútbol, aquella que hace al aficionado identificarse al máximo con un chaval que años atrás compartía asiento en la grada de Balaídos. Su carácter dentro del campo, un auténtico volcán, lo está sabiendo dominar en las dos últimas temporadas: “a veces tenía explosiones que no correspondían, pero ahora es un jugador maduro y hecho”, sentenciaba Herrera.
   
Declaraciones, artículos de prensa, menciones en televisión, vídeos… Aspas se ha situado ya en el panorama nacional, se ha dado a conocer a aquellos que no lo conocían. Su futuro, aunque duela, parece estar lejos del Celta. Quizás, muchos no lo quieran imaginar, pero esta puede ser la última temporada que le veamos vestido de celeste.
   
Al fin y al cabo es el sino del Celta. Expresiones como “Aspas no se vende” carecen de sentido alguno. El de Moaña, si sigue con esta evolución, tarde o temprano tendrá que salir del equipo, dejando eso sí una buena cantidad de dinero en caja. No hay que olvidar que el Celta es un equipo humilde, de carácter vendedor y que debe configurarse a través de futbolistas “desconocidos” para el gran público. Es la fórmula mágica de aquellos “pequeños” que por momentos consiguen luchar contra los “grandes”, la fórmula del mejor Sevilla de la historia: canteranos vendidos a un elevado precio (Reyes, Sergio Ramos), adquisiciones de escaso relumbrón y a bajo coste y venta de las mismas por cantidades considerables (Alves, Keita, Adriano).
   
A todos nos gustaría que Aspas se quedase en el Celta de por vida, que capitaneara al equipo hacia cotas importantes y que su foto terminase impresa en la lona exterior de Balaídos. Sin embargo, y en un fútbol como el actual, resulta una tarea harto complicada. Sólo dos equipos pueden permitirse el lujo de retener a sus figuras y comprar mediocridades por 30 millones de euros. Los demás, incluso los otros equipos Champions, parecen condenados a vender. Es el sino de muchos y también el del Celta. Aspas terminará marchándose, triunfando en otros campos y dejando en Vigo su recuerdo y una ingente cantidad de dinero. Cuando eso ocurra, a Mouriño le quedarán dos opciones: invertir lo cobrado en un diamante desconocido o mirar a A Madroa y tirar de los Santi Mina y compañía.  Y el círculo volverá a empezar.

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