El cambio que varió el rumbo del partido


SERGIO BARRENECHEA
Los planes le estaban saliendo bien a Paco Herrera en Vallecas. Había repetido el esquema del Camp Nou, pertrechando el centro del campo con los extremos muy volcados hacia el centro, y dando salida a las contras con Álex López más cerca de los delanteros, esperando que una conexión con Aspas o Bermejo decantase el partido a favor de los celestes. Así estaba sucediendo, ya que Aspas había batido en dos ocasiones a Cobeño y se estaba convirtiendo en una auténtica pesadilla para la zaga rayista. 

Todo cambió con la expulsión de Cabral. El argentino, que había jugado como pivote, dejaba al equipo sin pivote y la cabeza de Herrera se puso a trabajar. Podría haber retrasado la posición de Álex López y seguir igual, con un hombre menos arriba, o dar entrada a Bustos, que aporta mayor trabajo defensivo. Eligió la segunda opción y el equipo se descosió. Ya se observó en los últimos minutos de la primera mitad. Si antes de la expulsión le había costado al Celta tener el balón, tras la expulsión y el cambio de Herrera todo fue a peor. 

El Celta entregó completamente el centro del campo, que era la zona que Herrera quería reforzar, y como quiera que por decisión táctica había entregado las bandas, el dominio del Rayo era abrumador. Parecía lógico que los de Paco Jémez remontasen el partido, salvo un milagro. Herrera prosiguió con sus cambios, y en cada uno de ellos iba metiendo al equipo más atrás. Dejó a Aspas como un islote arriba, incapaz de tener un amigo con el que combinarse, por lo que el Rayo sabía que a sus espaldas no había peligro y podía volcarse al ataque sin mayor problema. 

Un partido ganado por 0-2 se puede defender incluso con un hombre menos. Ante el Deportivo, el Celta siguió igual tras la expulsión de Cabral. Cierto que el conjunto de Oltra lo encerró en algún momento, lógico por esa inferioridad, pero el Celta enseñó las uñas y los blanquiazules sabían que si se despistaban podrían pagarlo. Hoy no. El Celta renunció al ataque, y el Rayo lo tuvo demasiado fácil. 

Podemos quejarnos del árbitro, discutir alguna de sus decisiones. Sí, pudo ser más benevolente con Cabral y más duro con algún jugador del Rayo, pero no tuvo influencia en la actitud que mostró el equipo tras verse con un hombre menos. Culpar al árbitro hoy sería un error. Por supuesto que jugar con uno menos influye, pero jugar con uno menos no te convierte en un equipo a la deriva. El cambio de Álex López lo desencadenó todo. A partir de ahí había que arreglar el desaguisado, pero hoy Paco Herrera no estuvo inspirado. Otro día será. 

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