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CARLOS PARDELLAS |
Samuel Llorca vivió su debut con el Celta, y tal vez llegó cuando menos lo esperaba. El alicantino ha alternado el banquillo con la grada, pero jamás se había vestido de corto en partido oficial. Lo hizo ayer, tras la expulsión de Gustavo Cabral, que obligó a Paco Herrera a recomponer su defensa, sacrificando a Mario Bermejo. No es una situación fácil para un central saltar al terreno de juego cuando ya se han disputado más de 50 minutos, y mucho menos cuando, además, supone el debut en Primera División y ante el máximo rival del Celta, con la particularidad de que la defensa se enfrentaba al trabajo extra de estar en inferioridad numérica.
El alicantino saltó dubitativo al campo. Cometió un error cuando no escuchó como Javi Varas le pedía el balón. Su despeje supuso una nueva posesión para los herculinos, que también agradecieron un mal despeje del jugador céltico en su segunda acción, pero a partir de ahí se rehizo, comenzó a emerger como destacada figura en el juego aéreo, y no se complicó la vida con el balón en los pies.
Al término del partido, Herrera analizaba el debut de su pupilo: "Ya os decía que cada vez se le veía más integrado y que solo tenía que esperar su oportunidad. Le ha llegado hoy, aunque le llegaría el miércoles en Copa, donde va a jugar igualmente". El preparador catalán quiso destacar las virtudes de Samuel por alto: "Tanto en ataque como en defensa, es importante en el juego aéreo".
Un pequeño capote de su técnico, que no ha contado nada con él desde el arranque de la temporada. El buen rendimiento de Cabral, unido a una falta notable de confianza en las posibilidades de Samuel, llevaron al alicantino a vivir en el ostracismo. Una presencia en el equipo casi testimonial, residual, que lo llevó a quedarse fuera de las convocatorias en más de una ocasión. El miércoles, en Almería, tendrá otra oportunidad de demostrar que mereció la pena pagar casi medio millón de euros por sus servicios.
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