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BENITO ORDOÑEZ / EFE |
Un lustro sirve para sacar conclusiones. El tiempo demuestra el cambio de rumbo o, por el contrario, el continuismo de un proyecto. La anterior visita al Santiago Bernabéu se produjo hace cinco años. El equipo que dirigía por aquel entonces Fernando Vázquez repitió la "machada" cosechada la temporada anterior. Logró doblegar al Real Madrid de Fabio Capello (1-2) con los goles de Nené y Jorge Larena.
Esa historia ya la conocemos todos. Lo curioso de aquel choque de hace cinco años y el de este curso es la importancia de la cantera. A Madroa ha cogido el protagonismo. La cantera ha sido la principal responsable del ascenso y de que el club solucionase sus problemas económicos con la venta de gente como Joselu, Rodrigo o Denis Suárez.
En aquel día el Celta dio la campanada con dos canteranos. Uno de ellos era el capitán esta tarde. Borja Oubiña fue titular. Llevó la manija tanto en aquella victoria como en la derrota cosechada hace unas horas. El otro jugador "made in A Madroa" era Jonathan Aspas. El hermano de Iago, el ídolo actual del celtismo, salió en la segunda mitad para ayudar atrás a un equipo que caricaturizó el proyecto de un Real Madrid que, a pesar de su mal fútbol, acabó conquistando la Liga.
Un lustro después la generación de oro de A Madroa tuvo su protagonismo. Herrera puso a siete sobre el verde del Bernabéu. A Oubiña le acompañaron Sergio, Mallo, Túñez, Lago, Álex López y Aspas. No se gestó el milagro, pero a diferencia de lo que ocurrió hace cinco años, este equipo aporta buenas sensaciones. La meta es clara, lograr la permanencia. Si se gana a los grandes, perfecto, pero si se pierde, son eso, sólo batallas dentro de esa guerra que es garantizarse la permanencia en Primera División.
Carlos I. Castrillón / Faro de Vigo
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