Oier volvió a su otra casa


NOEMÍ LARUMBE
3 de junio de 2012. Oier Sanjurjo celebraba en el césped de Balaídos el ascenso del Celta. Él había sido una de las claves de ese éxito. El jugador de Estella se había convertido en uno de los favoritos del celtismo gracias a su oficio en el terreno de juego. El día de las celebraciones también era uno de los líderes. La afición respondía a su entrega pidiendo su continuidad y la de Fabián Orellana.

El navarro y el chileno acabaron volvieron a sus respectivos equipos. La llegada de Oier fue una quimera desde el principio del verano. El que fuera "15" del Celta de Vigo renovaba el contrato con el Osasuna, el club de sus amores. La entidad viguesa se interesaba por otros centrales. Su puesto acabó siendo cubierto por Gustavo Cabral y por Samuel Llorca.

El calendario de la competición deparaba una temprana visita del Osasuna a Balaídos. Los rojillos desembarcarían en Vigo en su segunda salida de la temporada. Oier Sanjurjo se convertía en uno de los protagonistas en esta semana previa al choque. Destacaba su amor hacia los colores celestes, su sensación cuando visitó Riazor en el primer partido del curso futbolístico. A la ciudad olívica llegó como "rojillo". Hace poco más de tres meses se marchó con un corazón dividido entre ese rojillo del Osasuna y el celeste del Celta.

Balaídos también quiso reconocer no sólo su buena temporada en Vigo, sino sus renovados sentimientos. Oier ha dejado su huella en el celtismo, pero esta afición también ha dejado la suya a un jugador que, desgraciadamente, no pudo disfrutar de minutos en la que es su otra casa. Casualidades de la vida, los centrales titulares sufrieron las bondades de Iago Aspas. Arribas, fichado este verano, fue expulsado por doble amonestación. Muchos celtistas seguro que agradecieron a Mendilibar que mostrase su confianza en el ex del Rayo en detrimento de "su" Oier Sanjurjo.

Carlos I. Castrillón / Faro de Vigo 

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