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Park Ji-Hwan (Getty Images) |
Uno de los rumores más alargados del verano se ha hecho
realidad: Park Chu-Young, el capitán surcoreano, jugará cedido en el Celta esta
temporada vía Arsenal FC. Tras muchas especulaciones y vandazos surrealistas
gracias a las redes sociales (el simpático caso de un Guidetti al que muchos
aseguraron ver en Vigo como si de un espíritu se tratase), el club vigués
cierra su plantilla (de momento) con uno de sus jugadores más deseados e
ilusionantes, un futbolista que un año atrás hubiera sido impensable que pisase
el césped de Balaídos jugando como local. Porque este futbolista asiático que
muchos desconocerán es toda una leyenda en su país y su trayectoria europea,
principalmente en el Mónaco, le avala. Cuando comenzó a sonar su nombre muchos
lo confundieron con otro Park, el ex-mediocampista del Manchester United de
nombre Ji-Sung que este año ha fichado por el ambicioso Queens Park Rangers. Cosas
del idioma, ya que el apellido Park es uno de los más extendidos en el lejano
país asiático y la falta de información llevó a la confusión e incomprensión de
algunos al pensar que no se ficharía a un delantero. Nada más lejos de la
realidad ya que no sólo fichamos a un delantero, si no que fichamos a un
futbolista polivalente y con mucha, mucha clase en sus botas. Pasemos a
analizarlo con más calma.
Chu-Young comenzó su carrera en la liga coreana, más conocida
como K-League en el FC Seúl, uno de los equipos punteros del país. Allí disputó
cuatro temporadas a gran nivel, llamando la atención de multitud de ojeadores
europeos. Aquí es conveniente hacer un inciso. Gracias al enorme crecimiento
que el fútbol asiático sufrió a finales de los noventa debido al Mundial del
2002 organizado conjuntamente por Corea y Japón podemos decir que la
competitividad de aquellas ligas es mayor de la que pensamos. No en vano desde
entonces han sido muchos los jugadores asiáticos exportados al fútbol europeo
de gran nivel uniéndose al pionero Hidetoshi Nakata que triunfase a principios
de los 2000 en el fútbol italiano. A los nipones Nakamura, Okubo u Honda se les
fueron uniendo futbolistas coreanos como el mencionado Par Ji-Sung o el verdugo
de Italia en el 2002, Ahn Jung-Wahn. Nuestro Park es uno de los futbolistas asiáticos
más talentosos de los últimos años, principal valedor de la última hornada
coreana y desde el 2011 capitán de su selección. Y créanme cuando digo que
estos calificativos no están puestos al azar.
Siempre he sentido curiosidad por el fútbol asiático-oriental
y su crecimiento en los últimos años es bastante notable. Desde el Mundial del
98, en el que Japón consiguió la hazaña de clasificarse para la fase final,
siempre ha habido representantes orientales de gran nivel. Los resultados están
ahí: cuarto puesto de Corea del Sur en el 2002 y presencia en octavos en los
dos siguientes Mundiales. Eso añadido al bronce surcoreano en las últimas
Olimpiadas en las que Chu-Young anotó dos goles, uno de ellos de bella factura
al rematar una gran jugada de tacón. Así que no debe sonarnos su fichaje ni a
exótico ni a rareza de ningún tipo. Es una apuesta deportiva de muy buen
criterio que se ajusta perfectamente al juego de toque y contragolpe que ha de
practicar el Celta este año para mantenerse en Primera División.
Y es que Park Chu-Young es un jugador completo: es rápido,
tiene altura (1 metro
83), es habilidoso, le pega bien al balón con las dos piernas y es un muy buen
pasador. Sin embargo que nadie se espere unas cifras goleadoras escandalosas. A
lo largo de su carrera (que comenzó en 2005) ha marcado cerca de 70 goles para
los clubes en los que ha participado, siendo su marca más destacable la de su última
temporada en el Mónaco, la 2010/2011 en la que anotó 12 goles en 35 encuentros.
En su selección sí ha tenido más suerte de cara al gol, habiendo convertido
hasta hoy 23 dianas en 59 partidos oficiales. Una de ellas en el Mundial del
2010, un inteligente libre directo por debajo de la barrera en un partido de la
fase de grupos contra Nigeria, gol éste que a la postre sería definitivo para
la calificación surcoreana para los octavos de final. Fue precisamente en ese
partido en el que Park llamó mi atención.
Con un Park Ji-Sung más sacrificado
en labores defensivas y de equipo (oficio aprendido en su largo servicio para
el Manchester United) la auténtica estrella ofensiva de aquel combinado era
Chu-Young. En aquel partido el nuevo jugador céltico dio un recital aguantando
balones arriba, sirviendo asistencias a sus compañeros y sacando todas y cada
una de las faltas que tuvieron lugar durante unos agónicos 90 minutos que
terminaron con empate a dos. Desde entonces he tratado de seguirlo e incluso me
alegré de que fichase por el Arsenal, mi equipo favorito a nivel internacional
desde los buenos tiempos de Henry y gracias a la confraternización con sus
aficionados en nuestra única participación en Champions. Desgraciadamente para él
(y afortunadamente para nosotros) el inefable Arsène Wenger no terminó de
apostar por su juego y la dura competencia lo relegó casi toda la temporada al
banquillo. Aun así consiguió anotar un gol en Copa y dejó muy buenas
sensaciones en los partidos de Champions que disputó.
Donde sí triunfó fue en el Mónaco las tres temporadas
anteriores. Es a través de los partidos de la Ligue-1 donde podemos
descubrir al verdadero Chu-Young. Un jugador habilidoso en el regate, generoso
con sus compañeros y muy veloz en el desmarque para jugar a la contra. Es más
un segundo punta/enganche que un delantero puro aunque su altura y su habilidad
aguantando el balón y sirviendo a los compañeros que llegan en segunda oleada
le permiten perfectamente jugar como hombre más adelantado. En el conjunto
francés destacó más como asistente que como goleador, aunque no ha hecho malos
registros en la segunda faceta. Creo sinceramente que es un complemento
perfecto para Aspas, es un futbolista capaz de aportar la serenidad y el buen
criterio en el pase que a veces le faltan al moañés por su indomable carácter y
su ímpetu de cara a portería. Si finalmente acaban desempeñándose juntos en
punta nos pueden dar muchas alegrías. Añade además a su juego, como comentábamos,
la virtud del balón parado tanto centrando como disparando a puerta y es un
gran pasador entre líneas. Un jugador completo que ilusiona y mucho, que desde
hoy es el primer coreano en nuestra historia y a quien espero, personalmente
por el cariño que le tengo desde el Mundial 2010, le vaya mejor que bien en
Vigo. Desde aquí le doy la bienvenida y esperamos ver muchas veces su curiosa
celebración tras anotar un gol, esta vez arrodillándose y rezando hacia el
cielo vigués sobre Balaídos.
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