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DIARIO AS |
El Celta confíó a Pepe Murcia su segundo proyecto en el infierno, pero los resultados del entrenador andaluz no fueron los esperados, por lo que, a mitad de temporada, se confió el equipo a Eusebio Sacristán, un técnico sin apenas experiencia, más allá de ser el ayudante de Rijkaard en el Barcelona, y con pasado celeste, lo que ayudó a su adaptación.
Si lo que se pretendía era mejorar los resultados, Eusebio no cumplió tampoco las expectativas, pero dejó tras de sí un legado del que aún nos beneficiamos en la actualidad. El técnico de La Seca llegó a Vigo con dos premisas muy claras, marca de la casa azulgrana: El buen juego y la apuesta sin condiciones por la cantera. En el año y medio que estuvo en Vigo no fueron pocos los jugadores del filial que tuvieron su oportunidad en el primer equipo.
Hugo Mallo, Túñez, Álex López o Iago Aspas no estarían ahora en el primer equipo de no ser por la mano que les echó el vallisoletano, o tal vez sí, pero se antoja complicado. Además consolidó a otros futbolistas como Michu, Jordi Figueras, Joselu, que luego saldrían del club o serían traspasados por buenas cantidades de dinero. Bajo su mando debutaron infinidad de canteranos, algunos tuvieron más suerte y otros como Víctor Vázquez o Riera no tuvieron continuidad, pero la apuesta fue clara, como también hizo con Yoel. Al ex técnico celeste no le tembló el pulso a la hora de ponerlo en el Vicente Calderón, a pesar de que tres años después muchos no confíen en él para una temporada en Primera jugando en campos menos complicados.
Más allá de los nombres, dejó un patrimonio increíble al club. De lo que todavía hoy se alimenta cuando los canteranos del Celta son perseguidos por media España y se cotizan muy alto en el mercado de fichajes. Su talento está ahí, pero también necesitan que alguien confíe en ellos, que les apoye, que les de continuidad. El caso más claro es el de Hugo Mallo, un juvenil que ascendió al primer equipo cuando el club decidió prescindir de Edu Moya. Eusebio ahorró al club el fichaje de una medianía y apostó por el canterano que tras una temporada de aprendizaje se convirtió en un valor seguro. Y aún más destacable el día que, jugándose la vida contra el Alavés, decidió dar la alternativa a Iago Aspas, un chico que apenas había disputado un partido con el primer equipo en un intrascendente Salamanca - Celta de la anterior temporada, sin nada en juego. Ese es el legado de Eusebio, parte de este ascenso es suyo.
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