Cinco años en el infierno (VI) El glorioso jugaba de celeste


Foto: FdV
6 de junio de 2009. Son aproximadamente las 19:45. El Celta se jugaba la vida ante el Alavés, y el partido se mantenía igualado cuando se disputaba ya el primer cuarto de hora de la segunda mitad. El Celta estaba atascado, atenazado por los nervios y con sus dos delanteros más goleadores, Dinei y Ghilas ausentes por lesión y por estar con su selección. 

Eusebio se la jugó. Miró al banquillo y vió lo que tenía. Decidió jugársela y dar entrada a Iago Aspas, un prometedor jugador de la cantera celtiña que no había disputado ni un solo minuto a lo largo de la temporada con el primer equipo. Una de las joyas más preciadas de la cantera tenía ante sí la responsabilidad goleadora de un equipo que agonizaba. 

A los pocos minutos de entrar en el terreno de juego casi marca el primero, con un precioso disparo raso al que imprimió un maléfico efecto que casi supera al meta alavesista. Era el aviso de que él estaba ahí, de que el sería el héroe. 

Su primer acto heroíco llegó a 10 minutos del final cuando remató de cabeza un preciso centro de Dani Abalo. Su gol hizo estallar de júbilo a Balaídos, que aún tenía por delante muchas emociones que vivir, porque el Celta este año no podía dejarnos sin sufrimiento. A dos minutos del final del partido, el Alavés empataba y hacía revivir en Balaídos tristes emociones ya vividas. 

El partido agonizaba, al igual que el Celta fruto de su impotencia. Pasaban casi cuatro minutos del tiempo reglamentario. Una falta sobre Rosada a escasos metros del área celtiña es botada por Jordi, su fuerte chut llega al borde del área alavesista donde Jonathan Vila gana el salto y da un involuntariamente perfecto pase a David que se queda delante del portero. Su remate es repelido por el guardameta pero allí está el héroe inesperado de la jornada para empujar el balón al fondo de las mallas. 

Ahora sí, por fin Balaídos podía respirar tranquilo después de todo lo sufrido. El héroe local Iago Aspas era jaleado por los jugadores, abrazado, besado. Fue impresionante. La mejor noticia de esa temporada no fue salvarse de una más que posible desaparición. La mejor noticia fue que el héroe fuese un chico de la cantera. El héroe del Celta era él. Aquel sábado, el glorioso, sobrenombre con el que conocen al Alavés sus aficionados, vestía de celeste y se llamaba  Iago Aspas. 

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