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Foto: Óscar Vázquez |
Ganó el Celta. Lo hizo goleando sin despeinarse a un pobre
Alcoyano. En uno de los partidos más plácidos que se recuerdan en Balaídos, los
celestes no necesitaron de su mejor versión para destrozar a un rival que no
fue rival. Dos zarpazos en el primer tiempo, siesta peligrosa y un nuevo
doblete en el epílogo del partido. El guión decía que debían vencer los de Paco
Herrera y así fue. Tres triunfos más y el ascenso estará en el bolsillo.
Pero a buen seguro
que los restantes compromisos no serán tan sencillos como este. Los vigueses
salieron como debían, a finiquitar el encuentro lo antes posible. Álex López
tardó un minuto en demostrar que su habitual timidez en el disparo no tiene
sentido. El Celta había hecho lo más difícil y decidió echarse a dormir
consciente de que poco iba a necesitar para que la balanza cayese
definitivamente de su lado. Bastó una genialidad de Bermejo, capaz de bajar un
balón del cielo y servir en bandeja el gol a un Aspas que ha mejorado una
barbaridad en la definición.
En la segunda
mitad se jugó con fuego. La sensación de superioridad era tal que hasta puede
resultar justificable el dejarse ir. El Alcoyano, con más moral que fútbol,
tomó el control del choque aunque sin aproximarse con peligro. En los peores
momentos, dos nuevos chispazos mitigaron cualquier preocupación y dejaron paso
a olas y Rianxeiras. Sólo 14.802 personas disfrutaron de la fiesta final en
directo, prueba palmaria de que donde no hay poco se puede sacar. Es difícil
pensar qué más se puede hacer para mejorar la asistencia a Balaídos. La
cercanía de un ascenso, el buen juego desplegado o la reducción de precios no
parece ser suficiente. Habrá que esperar a que el Celta haga 100 puntos en Liga
y a que Aspas anote 50 goles.
“Uno menos”, se
escuchaba en los vomitorios de Balaídos. La Primera División aguarda a la
vuelta de la esquina y la sensación de que pocas veces estuvo tan cerca es cada
vez mayor. Restan tres encuentros en los que es posible que el Celta no pueda
permitirse ni una sola concesión. La consecución del objetivo es factible, pero
no admite errores. Los de Paco Herrera deben ganar y la mente ya está puesta en
el miércoles. Un duelo que seguro no admitirá jugar con el freno de mano echado
como hoy. Es momento de acelerar hacia la meta.
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