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Foto: FdV |
A tres días de la hora decisiva, Paco Herrera dedicó ayer bastante tiempo a analizar con sus jugadores lo sucedido en los últimos 25 minutos del partido contra el Nástic, que el Celta vivió en un estado de nerviosismo que estuvo a punto de comprometer su victoria. El técnico no quiere que las dudas reaparezcan ante el Córdoba.
La penúltima arenga de Herrera, que dirá su última palabra en la charla previa al duelo del domingo ante los blanquiverdes, versó monográficamente sobre los problemas del equipo en el Nou Estadi y la necesidad de templar los nervios en el último y decisivo compromiso del curso. Este tipo de charlas, en las que el técnico analiza los errores cometidos en el partido anterior, son habituales en el día de la vuelta al trabajo, aunque Herrera dedicó más tiempo de lo habitual, cerca de 45 minutos, a convencer a sus hombres de que lo principal es que el equipo mantenga la calma ante el Córdoba y maneje la situación como mejor convenga en cada momento a sus intereses.
El entrenador del Celta intenta, de este modo, descargar a sus jugadores de la gran presión a que están sometidos por ver tan cerca un objetivo que el club lleva cinco años persiguiendo. Y no es fácil, tal como reconocía tras el entrenamiento todo un peso pesado como Quique de Lucas. "No se puede cuantificar la presión. Es difícil explicarlo pero hasta el mejor jugador del mundo se puede bloquear en una situación de presión. Afortunadamente somos once y cuando uno está bloqueado otro lo intenta, pero a veces pasa", confesó.
En lo estrictamente deportivo, la única incidencia de la jornada la protagonizó Borja Oubiña, que no concluyó la sesión de entrenamiento debido a sus molestias en un dedo de un pie.
El medio centro abandonó el entrenamiento por precaución, pues hace ya varias semanas que viene arrastrando las molestias y hasta el momento no le han impedido jugar. En el peor de los casos, podría jugar infiltrado.
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