La alegría que se convirtió en incordio


Foto: lacuarta.com

Era verano de 2010 cuando saltó la noticia. El calor hace olvidar el fútbol, más aún si eres del Celta, un equipo que por aquel entonces casi que vagabundeaba por la Segunda División. Con escasa ilusión y esperanza, los celtistas nos agarrábamos a cualquier clavo ardiendo para creer en algo, y aquella noticia era lo que necesitábamos. A partir de esa temporada, dos conjuntos subirían directamente a Primera División, mientras que otros cuatro, del tercero al sexto, pelearían en una doble eliminatoria por correr la misma suerte que los primeros.
   
A muchos, casi todos, se nos dibujó una idea en la cabeza. Vista la trayectoria de los últimos años, estar entre los tres primeros clasificados parecía una quimera. Sin embargo, el terminar la competición en sexto lugar ya no resultaba tan descabellado. “Maloserá”, dijimos muchos. El equipo era muy joven, pero con la mano del nuevo entrenador –diferente, pero más experimentado que el anterior-, un poco de gol en forma de fichajes  y algo de suerte, se podía soñar.  ¡Qué gran idea esto del play-off!
   
Hoy en día, en mayo de 2012, quizá no haya sido tan buena idea. Resulta que el futuro nos tenía deparado algo mejor. El Celta pasó en apenas unas semanas de pelear por no bajar a Segunda B a luchar por subir a Primera División de forma directa. Tras varios meses en la pomada, los vigueses no aguantaron el ritmo y terminaron por sucumbir ante Betis y Rayo, sus dos grandes rivales durante toda la temporada. La promoción de ascenso, alegría en el pasado pero decepción entonces, deparó un final cruel para los de Paco Herrera, quienes perecerían en una fatídica tanda de penaltis en Granada, permaneciendo así un año más en la Liga Adelante.
   
En el curso 2011/2012 la historia se repite. Aunque en un principio parecía haber más rivales en la pelea, el tiempo ha terminado por reducir la lucha por el ascenso directo a tres equipos. Sin menospreciar a un Hércules que todavía puede engancharse, todo indica que entre Deportivo, Valladolid y Celta se dirimirán las dos primeras plazas. Sin lugar a dudas, coruñeses, pucelanos y vigueses han demostrado ser los tres mejores equipos de la competición y en cualquier otra temporada hubieran tenido asegurada la recompensa del ascenso. Sin embargo, sólo dos se llevarán el botín, mientras que el otro deberá jugarse el todo por el todo en la terrible promoción.
   
En mal momento le ha llegado al Celta este sistema. En su día, la práctica totalidad de los celtistas lo aplaudimos, pero seguro que hoy nos parece un fastidio. Es indudable que la competición ha ganado, quizás no en justicia, pero sí en emoción y competitividad. Le ha dado vida a un campeonato excesivamente largo y pesado, pero ha privado al Celta de un ascenso y le está complicando mucho otro. Estoy convencido de que, con el sistema anterior, los célticos no se hubieran dejado ir en las últimas jornadas y, aunque lejos de Betis y Rayo Vallecano, hubieran terminado la liga en tercera posición. Es una pena, pero es lo que hay. Tiempo atrás fue toda una alegría, hoy se ha convertido en un incordio.

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