Foto: Marta G. Brea |
Hace un par de meses, Carlos Mouriño presumía en el el programa Club de fútbol de canal plus, de ser un club de cantera. Lo hizo sin sonrojarse lo más mínimo, presumiendo de los canteranos que jugaban en el primer equipo. Eso es un hecho que no podemos poder en duda, otra cosa muy distinta es que el Celta sea lo que presume el máximo mandatario celeste. Hoy se ha producido lo que durante gran parte de la temporada se temía: El descenso del filial a Tercera División.
Son cosas que pueden suceder en el mundo del fútbol. Las generaciones son caprichosas, y de la misma forma puede salir una hornada mágica capaz de hacer soñar a la afición, como se corta el grifo y no surgen futbolistas. Los filiales siempre cuentan con este hándicap que puede, a la vez, ser una ventaja. El Celta ha tenido buenos jugadores en sus categorías inferiores, la mayoría están en el primer equipo porque los hizo debutar Eusebio y otros fueron traspasados sin llegar casi al filial. Rodrigo, Denís Suárez, son futbolistas vendidos por el club antes de tiempo.
Por contra, este verano el filial se reforzó con futbolistas rebotados de otros equipos, llegados desde todos los puntos de España y con edades, en muchos casos, superiores a los 23 años. Jugadores sin margen de crecimiento ni posibilidad de reforzar al primer equipo. Se da la circunstancia de que en el primer equipo hay más canteranos que en el filial. ¿Es eso un club de cantera?. El Celta ha descendido hoy con un portero de 33 años en el campo, con jugadores veteranos, criados en otras canteras, que le cierran el paso a las jóvenes promesas viguesas. Hemos visto como mostrábamos la puerta de salida a Manu Táboas, mientras se quedaba en el equipo Dituro. Veíamos como se fichaba a última hora a Víctor Díaz y Raúl Navas, cortando la progresión y los minutos a Soto y Kevin. Asistimos anodados a los fichajes de invierno, con futbolistas que llegaban ¡cedidos! de otras canteras. No solo renunciamos a formar jugadores para nuestro primer equipo, sino que los formamos para otros. Borja Valle y Sumy son dos buenos ejemplos.
El club siempre saca pecho de su modelo de cantera, pero me pregunto qué modelo es este. Hemos descendido a Tercera División con jugadores de fuera, los futbolistas tendrán que dar un salto enorme desde el filial al primer equipo, y, once años después, el Celta B ya no es equipo de Segunda B. Tocará reestructuración y dar la oportunidad a los chavales que vienen por atrás. Esperemos que, esta vez sí, seamos un club de cantera y no el engendro en el que han convertido al filial en este último año. No por mucho repetir algo se convierte necesariamente en verdad. Lo digo para que Mouriño no siga manteniendo algo que no se sostiene de ninguna manera.
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