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Foto: Brais Alonso |
La mancha celeste sigue extendiéndose por toda España. Ayer conquistó un trozo aún virgen para el celtismo: El Pedro Escartín de Guadalajara, escenario por primera vez de un partido del Celta, y al que acudieron varios centenares de aficionados célticos llegados de diversos puntos de la geografía nacional. Desde Madrid, un buen puñado de aficiondos aprovecharon la festividad de San Isidro para acercarse a la ciudad alcarreña. Pero no eran pocos los que decidieron liarse la manta a la cabeza y emprender viaje hacia La Mancha para apoyar a su equipo en un momento tan delicado y con tantas cosas en juego.
Y eso que el horario no era el propicio, un martes laborable a las 21:00, sin festivo al día siguiente y con la dificultad que ello conlleva. Pero hay ciertos aficionados a los que estas pequeñas piedras no le impiden seguir su rumbo, la hoja de ruta de un ascenso que ayer pasó por Guadalajara y que en dos semanas pasará por Tarragona. Y eso que lo de Guadalajara aún no está concluído, ya que esta mañana a las 11 se jugarán los diez minutos restantes, después de que el partido se suspendiese por el apagón de tres de las cuatro torretas que alumbran el Pedro Escartín.
Es una pena que el colegiado no tuviese en cuenta el brillo en los ojos que desprendía el celtismo en Guadalajara. Solo con ese brillo, marcado por la ilusión y la felicidad, se podrían alumbrar quince campos de fútbol. Así nos ahorraríamos el trastorno de tener que jugar hoy y regresar más tarde de lo previsto. Y esa ilusión es la que moviliza a una masa que ya no está aletargada. Es el impulso que lleva a cientos de personas a buscar la forma de estar siempre con su equipo, de apoyarlos e impulsarlos a una victoria que nos acerca un poquito más al ascenso. Y aunque esto pinta muy bien, será necesario que sus ojos sigan brillando hasta el 3 de junio. Que entre todos logremos que ese brillo no se apague jamás. Gracias celtistas por llevar nuestro himno y nuestros cánticos por todos los campos de España.
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