Pocas razones para desconfiar


Foto: Jorge Landín 
Deportivo y Celta viven una situación envidiable para retornar a Primera División, pero su colchón de nueve y siete puntos a estas alturas de campeonato no garantiza el ascenso. Es más, los dos equipos gallegos tienen precedentes sobre los que sustentar su desconfianza. Pocos, pero existen.

En el caso coruñés, el Salamanca disfrutaba de idénticos nueve puntos de colchón para el ascenso directo en la jornada 27, la disputada el pasado fin de semana, y al final se quedó en la categoría de plata. Fue en el 2000. Posteriormente, Sporting y Éibar comprobaron como siete puntos de margen se esfumaron antes del final de Liga. Además, el Rayo dilapidó ocho, aunque salvó la temporada con un ascenso vía promoción ante el Extremadura. Los tres últimos casos atañen al conjunto vigués.

Desde que se instauró la Liga de 22 equipos en Segunda (curso 97-98) hay cuatro casos que contradicen la creencia de que el fútbol gallego recuperará dos de sus plazas en la élite. Han pasado doce años, y el resbalón del Salamanca de García Remón continúa como referente de todos los patinazos. En aquel equipo jugaba Fran Caínzos, que achaca a aquel frenazo al cansancio físico y mental. «Recuerdo que en la primera vuelta le sacábamos a 13 puntos a Osasuna, pero apenas había rotación y el cansancio del equipo era total. Y no era una cuestión física, sino también psicológica». Recuerda, además, que cuando llegaron los malos resultados el equipo se quedó sin capacidad de reacción. «La gente bajaba los brazos y ya no podía». Piensa que haber refrescado las alineaciones hubiera cambiado el final de aquella Liga.

Dos con siete puntos
El Sporting de Gijón, líder, contaba a estas alturas del curso 2003-04 con siete puntos de margen con respecto al Getafe, que era quinto, pero los rojiblancos pagaron su falta de fondo de armario en las quince últimas jornadas y vieron como el Getafe terminaba por sacarle seis puntos -13 en 15 jornadas- y la plaza de ascenso. «Éramos doce jugadores de la primera plantilla -recuerda Yago Yao, ahora en el Coruxo-. Íbamos muy justos y los últimos tres meses se nos hicieron eternos. Llegaron las lesiones y las expulsiones y no hubo manera».

Los mismos siete puntos eran el colchón del mejor Éibar de todos los tiempos -con Mendilíbar en el banquillo y David Silva en el campo- con relación al Alavés, en el que entonces jugaba De Lucas. El problema armero fue cambiar de objetivo. «Salimos a sumar los 50 puntos que nos dieran la salvación, ese era el objetivo, pero como teníamos buen equipo lo seguimos intentando, pero tuvimos un par de resbalones en forma de empate y perdimos el duelo directo con el Alavés, y aunque después ganamos en Balaídos no dependíamos de nosotros y así era imposible», recuerda el gallego Manuel Castiñeiras, central de aquel Éibar. Los vitorianos le sacaron diez puntos en 15 partidos.

El caso del Rayo Vallecano
El Rayo de Juande Ramos (98-99) terminó ascendiendo a Primera, pero vía promoción ante el Extremadura tras dilapidar una renta de ocho puntos con respecto al corte. En un equipo en donde Lopetegui era el portero, los madrileños perdieron gas en la recta final. «Íbamos destacados, pero después nos vimos superados», recuerda Bolo, el máximo goleador de aquel equipo con nueve tantos.

La situación es distinta para los dos equipos gallegos. Tanto Dépor como Celta tienen fondo de armario, desde el principio salieron a luchar por el objetivo del ascenso y en el caso de los vigueses con la experiencia del curso pasado de haber perdido una renta de cinco puntos. Por eso huyen de toda confianza, aunque la ilusión se ha instalado definitivamente en el fútbol gallego.

Xosé Ramón Castro / La Voz de Galicia 

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